Tengo un poco de miedo.
Acababa de comer, estaba en el ascensor -que es lo máximo que puedo ascender en mi trabajo- y he consultado el móvil, por si tenía llamadas perdidas. Es un tic, casi nunca tengo llamadas perdidas, pero cuando las tengo suelen ser importantes. En fin, hoy tenía una llamada perdida de un número -también móvil- que mi teléfono móvil no tiene registrado. Era el (y sudo frío sólo de copiarlo) 650800734. Llamada realizada a las 15,00h. en punto.
Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Llego a la planta del trabajo, todavía no ha llegado nadie más, me siento en mi sitio y marco el número en cuestión. Siempre lo hago así, porque de este modo no gasto dinero y nadie me reconoce al otro lado. Ahora que pongo "al otro lado", un escalofrío recorre mi espalda.
Nada, que marco, da señal, puuuup, una única señal, y luego... no sé, se oyen como unos pájaros, o como si Isao Tomita (que es un compositor japonés que versionó la
Arabesca número 1 de Debussy para la sintonía de un programa que se llamaba
Planeta imaginari, qué gran programa, así hemos quedado todos) en fin, como si Isao Tomita hubiera querido emular a los pájaros o a los peces en su pecera. No sé si me explico. Bueno, un sonido que no era de este mundo. Ni de ningún otro. Y que, desde luego, no tenía voz alguna a quien pudiera preguntar: ¿quién es?
He colgado al cabo de un rato, he trabajado otro rato más, y pasado un tercer rato -todavía no había llegado nadie- he vuelto a marcar.
Lo mismo.
Buf. Entonces he empezado a recordar el millón y medio de películas de terror japonesas (como Isao Tomita) que he visto, y me he acordado de que siempre pasa algo con una llamada. Te llaman y te dicen: "Vas a morir en una semana", como en
The Ring, y te cagas. O "pídeme un deseo y verás que te doy a cambio". Aunque ésta creo que era coreana: tú ibas, pedías un deseo, el deseo se cumplía y luego te morías, rollo para demostrarte que no era un Ferrari lo que deseabas, sino seguir vivo.
Como no había nadie más en el curro, me he puesto a pensar: "A ver, a lo mejor te ha llamado la suerte, y ésa no es como el cartero, que siempre llama dos veces". Y también: "Esto va a ser que el colega Satán ha descubierto tu número, y ahora le estás devolviendo la llamada al infierno". Lo que me preocupaba no era eso, sino que, con lo pesado que es, sólo faltaba que Satán tuviera mi móvil.
También he pensado que me había llamado la muerte, pero entonces lo más fuerte es que luego he sido yo quien he llamado a la muerte. Aunque fuera para devolverle la llamada; lo cual es todavía peor, porque eso me convierte en su eco.
Por fin, ha llegado una de mis compañeras de trabajo, y le he dicho: "Tienes que oír esto". Llamadme hijadelagranputa, pero si de verdad esa llamada era del Más Allá, paso de irme sola. Así que, como en el curro tengo un poco fama de zumbada, su primera reacción ha sido alzar las cejas y decirme: "Buenoooooo, valeeeeee, qué tengo que escuchar...".
Le he pasado el auricular, he marcado el número, ha oído la primera señal, y luego ha fruncido el ceño. "Coño, qué mal rollo", ha dicho, porque es un poco malhablada. "Pero si incluso suena un
gong". Porque, es verdad, ahora que me acuerdo, después de los pájaros o los peces a lo Isao Tomita, se oye algo así como un gong. Gonggggg. ¿Será terror chino en lugar de terror japonés? No lo sé.
Luego he tenido tanto trabajo que me olvidado de que me iba a pasar algo. Y de hecho, no me ha pasado nada más que un montón de trabajo por encima, que me ha dejado chafada.
Venía ahora a casa y me acordaba de todo esto. En la calle, silencio. Pero es porque jugaba el Barça.
Se lo dije ayer a Mario Milagro y es momento para recordarlo: hay alguien al otro lado.
La cuestión es: ¿quién?