viernes, 26 de enero de 2007

Alergia

Estoy triste. Y es una putada, porque soy alérgica a la tristeza. Cuando me pongo triste me lloran los ojos y moqueo, y no gano para kleenex. Entonces acabo sonándome con papel de periódico, y cuando tengo esa hoja rugosa raspándome las narices se me ocurren un montón de cosas raras, y a veces incluso veo el futuro. Yo qué sé, veo que mi futuro es igual que el presente, y como el presente no me acaba de convencer, pues pienso: joder, que una cosa es soportarlo ahora, pero otra muy distinta, mantenerlo durante un montón de siglos. Un psé-sente vale sólo cuando sabes que es provisional.

Bueno, he llegado a casa hace un rato, con la idea de servirme una copa de vino y cenar algo. Y, claro, como ocurre siempre en estos casos, en la bodega sólo quedaba un René Barbier Cabernet Sauvignon, crianza del 2000, que ya es algo, porque en la nevera no quedaba nada.

Con el tinto en los labios me he puesto a pensar en ese tío, De Juana Chaos, y ya sé que es raro pensar en eso cuando estás triste, pero es que cuando me pongo triste veo el futuro; y la cuestión es que con él no he visto un futuro, sino dos.

En uno de ellos, el tío moría en la cárcel, y se armaba la de dios. La gente salía a la calle, quemaba autobuses y contáiners. En uno de los altercados, un ertzaina mataba a un jarrai de un tiro en la cabeza que luego alegaría que iba destinado al aire pero que dio la puta mala suerte que rebotó con una señal de tráfico. Los etarras recuperaban el apoyo incondicional de Batasuna, incluso de Ibarretxe, los peperos exigían a los socialistas que se mantuvieran fuertes. Estallaba una guerra civil.

En el otro futuro, la Audiencia Nacional permitía que De Juana Chaos recibiera ayuda humanitaria al menos unos días. "Sí, es un capullo integral", pondría en la sentencia, "él mismo provocó su estado y ha conseguido darse protagonismo; pero que se recupere en casa no le hace daño a nadie, sólo a su cabezonería". Entonces saltarían los peperos diciendo que los socialistas son unos cobardes, y que en este país no hay justicia, y que los etarras son unos privilegiados y que la gente no quiere vivir en esta situación.

Alguien, en su casa, se preguntaría: "Pero ¿de qué coño de situación me hablan, si yo sigo haciendo mi vida, comprando pan en la panadería y saliendo por las noches, y viendo la final de OT?". (que, por cierto, ayer vi OT por primera vez y creo que este rollo que estoy soltando ahora es fruto del shock).

La cuestión es que en el segundo futuro, habría mucho bla bla bla, y un montón de temas de políticos, y debates coñazo, y columnas de opinión, y plenos extraordinarios, y telediarios interminables, insultos en la radio de Federico Jiménez Losantos, y mucho, mucho, pero que mucho papel de periódico gastado.

Y yo podría limpiarme los mocos tranquilamente.

jueves, 25 de enero de 2007

Please to meet you

Anoche estaba en casa preguntándome empíricamente si eso del calentamiento global no será una patraña, cuando sonó el timbre. Me acerqué al interfono, dije, ¿sí?, y al otro lado oí un carraspeo. "Oye", contestó Satán, "que me quedé con las ganas de cenar contigo".

Yo, que durante estos días me he estado informando sobre su persona y ahora sé que escucha Iron Maiden a toda hostia, se pone corbatas a rayas inclinidas y grises con camisas grises a rayas verticales, y que de madrugada suele pasearse con tacones en el piso de arriba, ya no quiero quedar con él, porque no es mi tipo. Y le contesté: "Uy, no, chato, creo que me confundes con otra".

Entonces él me pilló de pleno, porque dijo: "Bueno, verás, creo que tengo un zapato que te pertenece, y he leido bastante acerca del tema, ¿sabes? De modo que si te va bien, te llevaré conmigo por los siglos de los siglos". Joder, me entró un cague importante; por su tono de voz, el tipo parecía persistente (que es la manera amable de llamarle a un tío pelmazo). Así que le dije que me diera unos minutos para arreglarme un poco mientras pensaba cómo quitármelo de encima. Bueno, en sentido figurado; yo con ése no me acuesto ni muerta. Es decir, si todo va según lo previsto en la Biblia, claro.

La cuestión: una vez abajo, le expliqué a Satán que la expresión corriente es "como anillo al dedo", o "le queda como un guante", pero nunca "como zapato al pie". En otras palabras, que por muy bien que me fuera el Mascaró que tenía en sus manos, eso no significaba que tuviera que quedarme con él. Con Satán, quiero decir; el zapato sí quería quedármelo, porque ya os dije que es una pieza muy cara y muy valorada en Nueva York.

Satán respondió que soy una inculta, porque por lo visto cuentan los libros especializados que un príncipe se pasó no sé cuánto tiempo buscando a una chica que había perdido un zapato de cristal en un baile, y que al final encontró una chacha y el príncipe pensó: "Bueno, tiene un buen par de tetas, probemos", y le puso el zapato, y le iba. Y se casó con ella, y la arrastró a su reinado para que le limpiara a fondo el palacio.

"Y como yo soy el Príncipe de las Tinieblas, tengo que seguir la tradición", dijo Satán.

Contesté que las tradiciones me parecen una chorrada, porque entonces tendríamos que bailar jotas en las dicotecas, y defecar regalos por las esquinas, como el Caga Tió. Y que si se creía que yo le iba a limpiar el Infierno, pues que lo llevaba claro, porque me parece que está lleno de asuntos turbios, y pactos sucios, y es un desastre.

"Todo depende de cómo te quede el zapato", sonrió él maliciosamente.

Estaba dispuesta a cortarme los dedos del pie, o darle una patada a una de las hormigoneras que hay en la calle, para que se me hinchara como un globo, cualquier cosa antes de que el zapato encajara. Entonces, se me ocurrió algo. Le propuse: "¿Por qué no te lo pruebas tú? Dice House que la mujer diez en realidad es un hombre" (citar a House siempre da cierto caché).

Al volver a casa, abrí una botella de brandy Mascaró solera gran reserva y brindé por los Stones.

domingo, 21 de enero de 2007

¿Conocéis a un tal Satán?

La calle que hay debajo de mi casa siempre está en obras. Primero la levantan para colocar un cable ADSL, y seis meses más tarde la levantan para arreglarlo; construyen un edificio, y entonces vuelven a levantar la calle para poner las tuberías pertinentes. Luego cambian la acera, y al cabo de seis meses, se ponen a repintar las fachadas.

Ahora les ha dado por plantar arbolitos para que la gente no pueda aparcar en ningún sitio, y se pase la noche dando vueltas y más vueltas por el barrio intentando encontrar un puto aparcamiento, y al final, mareados ya de tanto paseo, acaben aparcando en cualquier sitio.

Definición de 'cualquier sitio': un paso de cebra apenas visible de lo gastado que está, ubicado en un cruce que lleva del vacío de un solar a la nada de un agujero en el que intentan levantar un bloque de pisos. Es decir, que nadie en su sano juicio utilizaría ese paso de cebra; entre otras cosas porque nadie en su sano juicio caminaría por esa calle en la que sólo hay polvo y cemento y obreros que no se atreven a soltar piropos no sea que una zorra malfollada les ponga una denuncia por acoso.

Bueno, tú aparcas en la nada (pero en la nada de verdad, allí donde no molestas a nadie), y al día siguiente, zas, ya te han puesto una multa. Noventa eurecos. Entonces piensas: a ver si eso de plantarnos arbolitos en la calle va a ser una estrategia para que los Mossos d'Esquadra se forren, que tengo entendido que van muy mal de pasta y lo de sacarse multas del forro de la barretina les debe ir muy bien.

En fin, que en mi calle están poniendo arbolitos y farolas y las aceras muy anchas para que todos los conductores contribuyan a la ley y el orden. Las obras empiezan a las 8 de la mañana... y se acaban a las 8.30, que es cuando los paletas se van a desayunar. Y ya no vuelven hasta el día siguiente. Por los siglos de los siglos.

Pese a los años que dura esta parodia, todavía no me he acostumbrado a despertarme con el ruido de las taladradoras. Así que esta mañana, no he podido más y, casi sin darme cuenta, le he lanzado un zapato a un pobre magrebí que arrastraba un mandarinero. Yo quería darle a otro que estaba haciendo un agujero para meter el árbol, pero he errado el tiro.

El hombre se ha cabreado tanto que ha tirado mi zapato por una alcantarilla. Y bueno, si fuera un zapato cualquiera, pues vale, voy descalza al trabajo; pero es que era un Mascaró súper hortera, de esos que salían en Sexo en la ciudad, y aunque nunca he visto la serie, sé que ese tipo de zapato está muy bien valorado por las yankis y en un apuro pues podría venderlo a buen precio; al menos, para pagar las multas.

De modo que he bajado a la pata coja gritando "yihil, shuftizi, jara bi yuarba", que son los únicos insultos que conozco en árabe. Pero como ya eran las 8.32, los paletas se habían ido a desayunar. Entonces he pensado: "Bueno, piensa algo". Y como no se me ocurría nada, he decidido meterme en el agujero de la alcantarilla para recuperar mi zapato.

Para los que no lo habéis hecho nunca, bajar por una cloaca es alucinante. Huele peor que las viejas que te retorcían las mejillas a la salida de misa, y da mucho miedo por si te encuentras una rata o un cocodrilo. Pero lo único que he encontrado yo ha sido un hombre vestido con traje y corbata tirando a vulgarcillo que me ha dicho que era Satán.

A Satán mi zapato le importaba más bien poco; en cambio, se mostraba muy interesado por algo que dice que tengo, pero que no puedo ver ni sentir, ni oler ni nada, y que él llama "alma". Bueno, a veces también lo llama "my precious", pero sólo cuando se olvida de hablar en castellano.

Como me ha dado la impresión de que tiene muchas cosas que contarme, he invitado a Satán a casa para que desayunáramos juntos. Entonces ha puesto los ojos como platos y me ha gritado: "Pero ¿qué dices, loca? ¿Subir yo allí arriba? Pero si eso es el infierno!!!!".

Y claro, le he dado la razón. Luego le he prometido que volveríamos a vernos y me ha contestado que eso él ya lo sábía.

A través de la cerveza


Instantánea de un domingo cualquiera.

viernes, 19 de enero de 2007

Soy Estrellita Castro


Anoche estaba viendo una película de Estrellita Castro, cuando de repente me puse muy triste, porque pensé: "Oh, todos los que salen ya están muertos". Cuando ves un film de 1938, en realidad estás viendo fantasmas. Éste se titula Mariquilla Terremoto y, aunque no me enteré muy bien, creo que va de un maricón muy revoltoso o algo así que se quiere ligar a la Estrellita para que en el pueblo no se den cuenta de lo palomo cojo que es.

La cuestión es que, en un momento dado, al final de la película, aparecen dos viejos muy simpáticos bailando en una verbena y pensé: "Coño, estos dos seguro, seguro, segurísimo que ya están muertos". Y estuve a punto de ponerme triste otra vez. Pero entonces comprendí que soy la reencarnación de la vieja, aunque con dientes. Y me fui feliz a dormir.

Hoy he soñado que tenía una jaca.

miércoles, 17 de enero de 2007

El barman policía

Después de ver a los burros, las águilas, y a la sombra de las montañas, decidimos quedarnos a vivir allí para siempre. Que nos enterraran bajo la nieve.

Para celebrarlo, entramos en uno de los dos únicos bares que hay en Bedous (están uno junto al otro, en la vía principal). El bar se llama 'Le celte', y ahí estaban los parroquianos dándole al Pastis sin parar, y también a unos licores extraños de color verde. El camarero tenía los ojos azules, el pelo rizado, y servía copas con un dosificador sin descanso.

Cuando los parroquianos se fueron dando tumbos a comer, el barman se acercó a nosotros. Para entonces, nos habíamos tomado la caña igual que nos tomaríamos la nueva vida: con mucha tranquilidad. Del palo: "Ya encontraremos trabajo arando los campos", "tú sembrarás la tierra y yo escribiré novelas", "las casas no pueden ser mucho más caras que en España", etc.

Bueno, con un marcado acento galés, el hombre nos pregunta que de dónde venimos, y cuenta que el pueblo en el que estamos se transforma por las noches. Entonces salen los jóvenes, que vienen a ser como vampiros que chupan sangre fría de las botellas y se comen los unos a los otros y se pegan hostias como en un western. En fin, que hay un mal rollito que flipas.

De día, los jóvenes desaparecen.

La cuestión es que el barman tenía miedo, pero no porque pudieran machacarle, sino porque quizás él acababa cargándose la nariz de alguien. Resulta que, antes de dedicarse a la hostelería, había sido policía en Londres durante 17 años, pero se hartó de luces azules y rojas, y de sirenas y de atentados. Por eso lo dejó todo y se plantó en Francia.

Ése es el porqué, pero faltaba algo:

¿Para qué?, le pregunté yo.
Pues no lo sé, contestó él.

El negocio como barman no le va muy bien; curra de 8 de la mañana a 2 de la madrugada, y apenas tiene tiempo para ver a sus hijos. Trabaja con su mujer, no les llega ni para contratar a nadie más ni para pagar el gas. Es decir, que no tienen agua caliente en casa. "Menos mal que el cambio climático nos favorece", dijo. Por si fuera poco, los dueños del otro único bar de Bedous son irlandeses, así que no se hablan. Creo que no se entienden por culpa del acento.

Nada, que cuando salimos de aquel bar, mi antiguo compañero de viaje continuaba dispuesto a dedicarse al arado; yo también espero escribir algún día algo. Pero no nos resignamos a ducharnos con agua fría por el resto de nuestros días.

Así que, si volvimos del Pirineo, fue por una mera cuestión de higiene.

martes, 16 de enero de 2007

El ruc català es francés







A la mañana siguiente, los cirujanos hablaron de sus respectivas resacas en términos médicos, algo que hubiera sido soportable si no lo hubieran hecho en plena hora del desayuno. Un hombrecillo con pinta ridícula describía el efecto de los jugos gástricos, que saltan en el estómago con tanta fuerza que rebosan y se derraman, corroyendo no sé qué intestino y provocando úlceras terribles. Otro le contestaba revelándole los efectos positivos de un buen digestivo; esto es: un final feliz con una cagada feliz.

En fin, que se me pasaron las ganas de seguir escuchando y de tomar café, así que mi antiguo compañero y yo nos fuimos a Francia que, total, estaba sólo a seis kilómetros de distancia.
En el viaje nos asaltaron tres cuestiones:

Una: ¿por qué en Francia hay nieve y en España no, si sólo los separan 6 km?
Dos: ¿por qué en todos los pueblos franceses apetece pararse a tomar algo, mientras que los del Pirineo español dan miedo, con esos pisos tan altos en los que total no vive nadie y a pesar de eso tienen una grúa al lado porque se siguen construyendo pisos horrorosos en los que total no vive nadie?
Y tres: ¿no se suponía que esos burros peludos que pastan en todos los campos gabachos eran catalanes y estaban en peligro de extinción?

Porque el hecho es que el famoso ruc català, habitualmente reivindicado mediante un tatuaje en el culo de los automóviles catalanistas, campa a sus anchas en tierras francesas. Y el único acento que conoce es el cirunflejo, con el que enarca las cejas.
Últimamente ese burro que sustituye al torito bravo español en la retaguardia de los coches tiene problemas legales. Por lo visto, unos reivindican que el auténtico es el de la cola levantada, y que el otro es una copia; por eso reivindican los derechos de autor. En Francia descubrí que puede que el de la colita contenta sea el original, pero en cualquier caso su diseño es gabacho, y no catalán. Sólo lo advierto, porque ya verás cuando se enteren los gabachos de que los catalanes le han robado la exclusividad del asno.






lunes, 15 de enero de 2007

Los cirujanos también beben

Mi antiguo compañero de viaje me envió un SMS el viernes en el que decía: "Fúgate conmigo este finde". Fue justo después de que yo saliera por la tele diciéndole a Juanra de CQC que "evidentemente" me considero una prostituta cultural. Y, bueno, a lo mejor mi antiguo compañero de viaje vio el programa y pensó que podría pagarme con una visita de alto nivel histórico, o con un montón de libros que aún no he leído, o qué sé yo.

La cuestión es que mi antiguo compañero de viaje vino a recogerme a la salida del trabajo, a las 22.30, y pasamos una noche bastante rara: cinco horas en una carretera a oscuras en la que parecía que la niebla fuera a abducirnos de un momento a otro. Y yo creo que nos abdujo, la verdad, porque no alcanzábamos nunca nuestro destino.

Empecé a mosquearme al ver que llegábamos a Lleida y pasabámos de largo. Pero es que luego llegamos a Huesca -serían ya más de la 1,30 y apenas nos habíamos cruzado con tres camiones durante el camino- y mi antiguo compañero de viaje seguía prometiendo, como había hecho desde que pasáramos por Lleida, que ya llegábamos.

Y tenía razón: llegábamos a esa nada que se extiende por todas partes en un Pirineo sin nieve. A nuestro paso, todas las gasolineras estaban cerradas, y de vez en cuando conducíamos a ciegas, hasta tal punto llegó la densidad de la niebla. Alcanzamos Monzón y pasamos de largo (menos mal); alcanzamos Sabiñánigo y pasamos de largo; pasamos por Jaca y mi antiguo compañero de viaje sigue sin detenerse. A mí empezaron a rugirme las tripas, pero aún no sé si es porque no había cenado o porque había contraído la rabia en algún punto del camino.

Por fin, entramos en un pueblo llamado Canfranc, y luego en otro llamado Canfranc Estación y, ya al pie de una montaña, llegamos al hotel. Eran pasadas las tres de la madrugada; un grado en el exterior. Suspiramos, hicimos un par de flexiones (de reflexionar, nada), y creímos protagonizar la versión folclórica de El Resplandor.

Y es que en ese preciso momento salía toda una pandilla de joteros y joteras, vestidos con trajes regionales y castañuelas en las manos, y cara de cabreo, y se metían en un furgón como el del Equipo A.

Entonces empecé a pensar seriamente que la niebla nos había arrastrado a otra dimensión, y que esos seres no eran humanos. No sé si serían fantasmas o alucinaciones o qué coño eran. Pero lo que está claro es que, cuando pasaron por nuestro lado, ni siquiera nos miraron. Sólo uno de ellos comentó: "No nos han hecho ni puto caso". Supuse que eran espectros cuya misión consiste en asustar a los inquilinos, pero claro, con esas pintas lo tienen chungo.

En la puerta del Santa Cristina, hay un tronco al que le salen ramas de hierro, y dentro, el pie de las lámparas está hecho de otros troncos; las puertas son de cristal, pero tienen piedras dentro. Todo es entre campestre y de design, muy rural-fashion. El recepcionista, un tipo muy amable, nos dice que tenemos una cena fría preparada en la habitación.

De la sala de fumadores llega el canto desafinado de Dos gardenias para ti. Mi antiguo compañero de viaje y yo estamos muy cansados, pero antes queremos averiguar qué está ocurriendo. "Ah, es el grupo de coordinadores de trasplantes de España, que están celebrando una convención", explica el recepcionista. Así que convenimos que el cansancio puede esperar.

Después de dejar las maletas en la habitación, bajamos al bar y pedimos unos gintónics. Esos "coordinadores de traspantes" resultan ser el jefe de pilotos de helicópteros, unos cuantos cirujanos, un par de azafatas con un par de buenas razones para serlo, y así. No están todos, porque por lo visto ha habido un accidente ferroviario en Valencia, y algunos se han tenido que ir de urgencia. Los que se han quedado en el hotel van mamadísimos. Claro, si se les jode el hígado, se lo pueden trasplantar. Una mujer fuma en pipa con sus pulmones de recambio; otra se lo pasa ídem jugando con su perra, que se llama Olivia, y un tipo se atreve a destrozar una canción tras otra. Mientras van contándose anécdotas laborales, los cirujanos no paran de reír. Pero a mí, la verdad, no me hace gracia saber que podrían dejarse una esponja dentro de mi riñón.

Cuando por fin me voy a dormir, sólo espero no tener un accidente al día siguiente. Si me pusiera en manos de esos tipos, ¿con qué confundirían mi corazón?

Me tomo una birra y sigo.

miércoles, 10 de enero de 2007

Rebanadas de 'Nocilla Dream'

Por estricto desorden de aparición:

"Constantes físicas de interés
Masa del Sol, Mo = 2x1033 g
Radio del Sol, Ro = 6.96 x 1010 cm
Distancia Tierra-Sol = 1 unidad astronómica = 1,5 x 1013 cm
Velocidad de la luz, c = 3 x 1010 cm/s
Constante de Plank, h = 6.63 x 10-27 erg.seg
Constante de Gravitación, G = 6.67 x 10-8 dyn cm2 g-2
Carga del electrón, e = 4.8 x 10-10 esu
Constante de Boltzman, k = 1.38 x 10-16 erg K-1
Masa del electrón, me = 9,11 x 10-28 g
Masa del átomo de hidrógeno, mH = 1,67 x 10-24g
Radio de laTierra, RT = 6300 km
Radio de la Luna, RL= 1700 km
1 año luz = 9.3 x 1017 cm, la distancia que recorre el cerebro de un ser humano en el momento en que un clic, apenas audible, le indica que ha pisado una mina antipersona. La distancia que recorre un feto entre 2 bombeos consecutivos del corazón de la madre".

Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream, página 102



"Todo el mundo sabe que escribir es haber muerto. Sólo la muerte pasa la vida a limpio y a esa distancia es capaz de reescribirla. Por eso sólo el escritor es quien narra el mundo de los vivos desde el mundo de los muertos".

Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream, página 72



"Existe un Principio de Reversibilidad Universal por el cual sabemos que todo cuanto no podemos ver o detectar con alguno de nuestros sentidos, en justa correspondencia, tampoco podrá ni ver ni detectarnos a nosotros. Así los microbios, así el futuro, así las estrellas ubicadas más allá de nuestro horizonte de sucesos, así el interior de alguien que pasa y saluda, así el 100% de la gente que ha muerto. Cuando vemos una película no la vemos porque sus personajes no pueden vernos. Pero para entenderlo hay que imaginar que es como si la norma fuera que los hijos no se pareciesen físicamente a ninguno de los padres, para no verse en ellos. No es fácil. Pero hay que entenderlo".

Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream, página 68

martes, 9 de enero de 2007

Hallada tabla de surf en los Monegros


No sé lo que hicistéis el último verano. Yo estuve trabajando en mi ensayo sobre las ausencias presentes; es decir: eso que queda cuando una mujer muy perfumada se va del metro, por ejemplo, o cuando echamos de menos a alguien. Los recuerdos también son ausencias presentes. La chica cuya foto carnet encontré en Plaça Catalunya, en cambio, sería una presencia ausente. Porque está, pero no es; al menos, que nosotros sepamos.

Bien. El caso es que pensé que los desiertos son lugares propicios para dar con ausencias presentes, así que me dirigí a los Monegros. Si hubiera basado mi ensayo en la soledad, hubiese ido sola al desierto; pero mi ensayo no va sobre la soledad, porque entonces no se lo podría enseñar a nadie. La cuestión es que, después de varios días perdidos en las carreteras secundarias, mi compañero de viaje y yo vimos un cartel muy sugerente: "Los Monegrillos, 37 kilómetros". Y seguimos la flecha.

Nada más entrar en el desierto, encontramos una tabla de surf en el arcén. Bueno. Vamos a ver. Estamos en Zaragoza, en Zaragoza no hay mar, y no nos hemos fumado nada que no autoricen las Autoridades Sanitarias. Así que debe ser un espejismo. Le saco una foto a la tabla. Si la imagen sale luego en la cámara es que estamos ante un caso digno del programa de Iker Jiménez, porque las cámaras de fotos, que yo sepa, no registran los espejismos. Cick.

Miramos por la pantalla de la cámara y, en efecto, ahí está la tabla. "A lo mejor es para hacer un cut back sobre la ola de calor", digo.

Mi compañero de viaje sale del coche, coge la tabla, e intenta introducirla en la parte de atrás. El coche es grande, pero la tabla no cabe, así que le suelto un: "La tabla o yo" que me deja abandonada en el arcén. Por chula.

Durante la media hora que deambulé por el desierto, estuve buscando al camello Jonathan para que me devolviera a casa; pero claro, supongo que en verano estará de vacaciones en Cancún. De modo que me senté a esperar que no cayera el diluvio universal, porque entonces el único que se salvaría sería mi antiguo compañero de viaje.

domingo, 7 de enero de 2007

Copito de Nieve le da al vino

Como los Reyes Magos me provocaron un trauma infantil, siempre intento pasar la noche del 5 de enero fuera de casa. Eso de que tres viejos se paseen por tu cocina y beban de la misma botella que tú, me da un poco de mal rollo.

Además, los reyes son unos guarros. Por ahí por donde pasan van dejando un rastro de suelos pegajosos. Y como encima son mágicos, están en todas partes. Luego van y dicen que lo de que dios sea omnipresente es imposible. Pero si los reyes están en todas partes, dios también puede hacerlo.

La cuestión: como, fuera adonde fuera el viernes por la noche, los reyes estaban ahí, decidí colarme en el zoo. Pensé que los camellos no se atreverían a acercarse hasta el zoo, porque peligraba que se encontraran con algún primo lejano en una de las jaulas y se pusieran a charlar:
Camello 1: "Hombre, Isaac, qué tal tú por aquí"
Camello 2: "Que ya no me llamo Isaac, que de tanto ir por tierras occidentales he cambiado de nombre".
Camello 1: "¿Ah, sí? ¿Y ahora cómo te llamas?".
Camello 2: "Jonatahan".
Y claro, con tanto blablablá se les haría tarde para repartir los regalos a los niños, y sería el drama mayor.

En fin, que imaginé que los camellos de los reyes no irían al zoo, y ahí es donde me metí. Si lo intentáis alguna vez, no entréis por el Parc de la Ciutadella. Es más fácil desde la calle, por el muro. Es un poco alto, pero dándote impluso, se puede hacer.

Estar en un zoo por la noche es un poco raro, porque es como cuando en las películas los protagonistas se meten en la selva, que se oyen ruidos raros por todos lados. A mí incluso me pareció oír ronquidos. Entonces se me heló la sangre y empecé a pensar que a lo mejor eso de colarme en el zoo no era tan buena idea.

Di media vuelta, resignada ya a encontrarme con los reyes mágicos y con el séquito de niños mocosos pesadísimos y chillones que los acompañan, cuando, de repente, lo vi. Era él. Copito de Nieve en persona. Bueno, en animal. O no, mejor en espíritu. Bueno, que era Copito de Nieve, y le dije: "Coño, pero si yo creí que eras albino". Y él contestó: "¿Qué dices? ¿Que le doy al vino? Borracha lo serás tú". Intenté explicarle la diferencia entre borracha y bebedora y alcohólica y melalcohólica. Es muy sencillo: borracha es para la fase de los cantos regionales; bebedora es para la fase de 'a ver quién se mete más litros de cerveza entre pecho y espalda en menos tiempo'; alcohólica es cuando te tomas una cerveza para que se te pases la resaca; y melalcohólica es cuando nadie te envía un puto SMS enNochevieja para felicitarte el año y entonces piensas que nadie te quiere.

Copito de Nieve me contestó que él me quería mucho, y que a mi hermana gemela también la quería mucho. Y yo le pregunté: "Pero de qué hermana gemela me hablas, jumero?". Para entonces él ya se estaba dando el lotazo con un árbol. Y flipé, claro, porque como nunca he visto los documentales de La 2, no sé si es muy habitual entre gorilas eso de montárselo con un árbol. Montarse encima de ellos, sí, supongo, pero ahora me refiero a otra cosa.

En fin, que cuando llegué a casa, los reyes no me habían traído ni regalos, ni carbón, ni un cabrón con quien pasar la noche. Entonces me puse en fase melalcohólica, pero ya se me ha pasado.

viernes, 5 de enero de 2007

Paz a patadas

Este mediodía, los niños gitanos de la casa okupa que hay frente a la mía jugaban con una paloma. El juego consistía en lanzarla al aire aunque tuviera un ala rota y, cuando se daba de bruces contra el suelo, recogerla y lanzarla otra vez al aire. Por lo mucho que se reían, parecía muy divertido.

Me han dicho: "Mira, señora, esta paloma es mía". Y yo a ellos: "Pues qué asco, porque está llena de bichos y vais a tener la gripe aviar y se os va a caer la piel a tiras y os quedaréis calvos como el espía ése ruso porque seguro que también tiene Polonio 210". Entonces, el más alto de los tres ha respondido: "Pues no, porque la paz está para eso; para que le metas una rama de olivo por el gaznate y luego la tires a lo más alto, como si fuera a alcanzar picos importantes, y cuando parece que sí, que la paz va a llegar a alguna parte, patapám, se mata". Tenía un vocabulario muy rico ese gitano más alto. Y su teoría me ha recordado algunos atentados con coches bomba y aviones que también saltan por los aires.

"Ademá, zi noz zigue diciendo coza dezagradable, te vamos a acuzar por bulling", ha añadido el mediano. Le he preguntado si se llamaba Noé o algo así, y me ha dicho: "No, papá no é, que hoy zon lo reye".

Pobres ingenuos. ¿Y qué les habéis pedido?

Pues más paz, claro. A ver si van a quedarse sin juego.

jueves, 4 de enero de 2007

Hallada foto carnet


Estaba en Plaça Catalunya. Venía de comprar un piano de cola que será mi regalo de Reyes para que alguien inteprete en él la Arabesque número 1 de Debussy, cuando la encontré. Estaba en el suelo, pisoteada, sucia. Una cara. Una cara en el lugar donde todos perdemos el rostro y de paso también el juicio. Precisamente fue en el paso de cebra que hay delante del Zúrich. Ahí estaba la cara en el suelo y pensé: una identidad perdida. Porque a lo mejor esta chica que está retratada arriba se había sacado la foto para renovarse el DNI, y había hecho la cola ésa tan larga en la Policía, y en el último momento sacó la documentación: el carnet antiguo y su nueva dirección postal; le pusieron la tinta en el dedo para que quedaran impresas sus huellas digitales y el señor agente le dijo: "la foto". Y entonces ella se dio cuenta, horror, de que la había perdido. Y buscó y rebuscó en el fondo del bolso y en la carpeta, y en el bolsillo interior de su gabardina y nada. Qué putada.

Y a lo mejor del disgusto se le cambió la cara y ya nunca más podrá salir así en una foto.

Eso pensé mientras la recogía del suelo; pensé que la foto podía ser muy importante para esta chica, porque a lo mejor es el testimonio de una época muy feliz. A lo mejor, mientras ella se estaba sacando la foto en un fotomatón del metro, su novio le hacía caricias en la rodilla. Aunque la verdad es que más bien tiene expresión de madre cabreada, rollo: "Jaimito, que te estés quieto, verás cuando salga de aquí". Quién sabe, quizá el Jaimito ése que era su hijo no le hizo ni puto caso, y mientras la chica estaba ahí retratándose, el niño se escapó, y ella tuvo que salir corriendo y por eso perdió la foto.

Aunque, por otro lado, bien pudiera ser que la chica se sacara la instantánea para acceder al cuerpo de los Mossos de Esquadra y el hecho de perder la foto le haya salvado la vida. Porque si se hubiera incoporado a la policía autonómica, sus compañeros la hubiesen llamado "La Mossa Morosa" por no querer hacer horas extras en las urbanizaciones de los ricos. Entonces ella los habría acusado de mobbing, pero como ya no está de moda, nadie le habría hecho caso.

En fin, si eres la persona que sale en la foto expuesta arriba, tres cosas:

Primera: espero que, por tu propio bien, efectivamente seas una chica.
Segunda: tengo tu foto carnet y estoy dispuesta a devolvértela por un rescate más que razonable. Incluso la limpiaré un poco.
Tercera: cambia de pendientes.

Y este sorbo de cerveza me lo tomo a tu salud.

miércoles, 3 de enero de 2007

Soy una serie de los 70





Me siento como el inicio de esas series de los años 70, como si me hubiera convertido en la presentación de La pantera rosa o de Grease. Como si toda yo fuera un escenario de dibujos animados en el que se abren puertas y se cierran mientras suena un free jazz o una canción boba, igual que en La tribu de los Brady.

Sentirse así es complicado, porque crees que estás en un ventanuco -en el inferior izquierdo-, y te asomas a él para encontrarte, pero entonces apareces por el ventanuco superior derecho y te das una colleja por despistada. Pero cuando te das media vuelta, ya no estás, y te parece que en realidad te estás saludando desde el ventanuco superior izquierdo, pero cuando levantas la mano para devolver el saludo, zas, vas y te cierras la persiana en las narices. Y es como un desastre, porque no acabas de ponerte de acuerdo y crees que te has convertido en una marioneta de domingo en el Parque del Retiro, que es lo peor.

Pero bueno, que no cunda el pánico. A lo mejor con una cerveza se me pasa y me siento como el inicio de esas series de los 80, El halcón callejero o El coche fantástico. O mejor, como la de los 90. Ahora me apetece algo rollo Los vigilantes de la playa, algo muy hortera. Aunque, pensándolo bien -si es que se puede pensar así-, tampoco le hago ascos al principio de Los Soprano. You woke up this morning Got yourself a gun, Mama always said you'd be The Chosen One. She said: You're one in a million You've got to burn to shine, But you were born under a bad sign, With a blue moon in your eyes...

Ser una serie es poco serio.

Beethoven en el metro

Hoy, en el metro, un hombre maltrataba un violín gastado. Después de que el tipo intentara sacarle las notas a un villancico por enésima vez, le he pedido por favor que me prestara el instrumento. Lo he afinado (más o menos) y me he puesto a interpretar la Primavera de Beethoven, el Capricho número 24 de Paganini y The Raggle Taggle Gypsy, de los Waterboys. En un momento, el vagón se ha llenado de gente que venía a escucharme y se cogían de las manos y lloraban de emoción. Ocho años de conservatorio tenían que servir al menos para que la tacita de ese hombre se llenara de monedas de 20 céntimos.

El hombre ceniciento, escaso cabello blanco y chaqueta de lana gris, parecía contento.

Hubiera seguido tocando, pero hemos llegado a la parada de Sant Ildefons y ahí se acaba la línea cinco. Así que le he devuelto el violín al hombre diciéndole que no entendía cómo era tan mal músico, porque tengo entendido que los rumanos aprenden a tocar desde muy pequeños. El hombre me ha dicho que no es rumano, sino búlgaro, y yo le he contestado que vi una película en París que se titulaba Filantropía que iba sobre las mafias rumanas del timo (un padrino abarca unos cuantos barrios de la ciudad, y ayuda a los indigentes a mendigar siempre y cuando luego éstos le paguen un impuesto). Bueno, el búlgaro se ha mosqueado y me ha vuelto a decir que él no es rumano, sino búlgaro: "Tú sólo oyes lo que quieres oír", ha soltado. Pero se refería a que sólo escucho lo que quiero escuchar. O que entiendo las cosas como más me convienen. Entonces le he comentado que el viernes vi Babel, que entre otras cosas va de eso, de los lenguajes internacionalmente establecidos, pero también va de que el mundo es muy pequeño y de que todo lo que hagas deja rastro, y luego no eres consciente de las repercusiones que puede tener, y yo le contaba todo esto al búlgaro y el búlgaro me ha mirado con cara rara y se ha ido con su tacita llena de monedas y su violín gastado.

Luego me he quedado esperando el metro de vuelta. A mi lado se ha sentado un chico que no estaba mal, con barba pero sin bigote. Tenía una bolsa de plástico sobre las rodillas de la que iba sacando pasteles salados que luego se comía. Como yo tenía un poco de hambre me lo he quedado mirando y le he dicho: "Podrías haber sido el hombre de mi vida, pero masticas con la boca abierta y soy una aristócrata". Creía que iba a escupirme, o algo, pero no.

martes, 2 de enero de 2007

Mi colega Dios

Anoche me colé en la Sagrada Familia. Es fácil cuando nadie mira, porque la verja está muy baja en la entrada que aún vio Gaudí; además, nadie se pone a mirar a las tres de la madrugada si alguien se cuela en la Sagrada Familia. Te subes al muro de piedra desde la calle, te acercas agarrándote a la valla hasta la zona donde está la puerta, y luego pasas un pie y el otro pie con cuidado para no tropezar ni clavarte en la entrepierna el pico del modernismo.

La cuestión es que anoche no había mucha gente en la calle, y salté la valla sin miedo. La putada es que el abrigo se me quedó enganchado en uno de las púas, y ahora llevo un siete en la parte de atrás del abrigo. Pero bueno, no importa. Como la catedral sigue en obras por los siglos de los siglos, una vez en la Sagrada Familia es fácil meterte en todas partes, entre los palés, los sacos de cemento y las cuatro columnas que hay, porque no hay mucho más. Mi intención era subirme a una de las torres y fumarme un porro mientras miraba Barcelona y charlaba con dios sobre, qué sé yo, el vídeo de Sadam Hussein. Rollo: "¿Tú te crees lo de la ejecución?". Y dios: "Yo ya no me creo nada". Y yo: "¿Ni lo del atentado de ETA?". Y él: "No me provoques".

Estaba buscando la escalera que tenía que subirme a la Torre Norte (si es que existe; a mí me daba igual con tal de que fuera una torre), cuando de repente me pareció oír a dios, al de verdad, a mis espaldas. Que decía: "Fuera de aquí". En plan: fuera del templo de mi padre, y todo eso. Entonces me volví y, la hostia, dios tenía pinta de quillo e iba vestido de segurata.

Ergo debe ser un ángel de la guarda, pensé.

Parece que los ángeles ésos son buenos tipos, así que intenté negociar con él: "Me gustaría subir a una de las torres de la Sagrada Familia para estar más cerca del cielo", le dije. Y el ángel: "Pues vienes por la mañana y pagas la entrada" (en realidad estaba pensando: "a ver de qué te crees tú que vive San Pedro"). Soy cabezota e insistí: "Pero es que yo quiero subir de noche; esta noche". Le conté que es que acababa de ver 'Babel' en el cine, que es un peliculón que viene a demostrar que todos entendemos un mismo idioma preestablecido pero que a lo mejor con un poco más de diálogo podríamos cambiar las cosas, y el ángel que ya no me lo parecía tanto me suelta: "¿Tú quién eres? ¿La guionista de Zapatero?". Entonces supe que tenía dos opciones: ofrecerle un porro o largarme.

Y me fui. Porque 'Babel' también demuestra que los niñatos dan un montón de problemas y que si pones a un niño en una película, la arma. Pero bueno, para hablar de cine ya está una tal Cándida que se cree que porque haga crónicas de Fórmula Uno ya puede pilotar un coche. Me sirvo una cerveza y vuelvo.

No está hecha la tristeza para el paladar del depre

La melancolía es el placer de estar triste. Eso dice Victor Hugo. Brindemos por ello.