sábado, 21 de abril de 2007

El alcoholímetro

Dos días antes de entrar en la edad adulterada, descubro muchas cosas importantes. Una, que el señor Fregono en realidad son dos, y que si los confundía desde aquí es porque necesito unas gafas nuevas. O eso, o que el señor Fregono ha ligado esta noche, y qué mejor manera de celebrar el amor que tender la ropa junto a tu polvo. Desde aquí daban una imagen entrañable. O eso, o que los productos de limpieza en aquella casa se han reproducido, y como con dos manos no basta para utilizarlos todos, el anfitrión ha ido en busca de refuerzos.

O eso, o que todavía veo doble.

Otra de las cosas importantes que he descubierto es que puedes tener la obligación de ir a seis fiestas consecutivas. Ayer empecé la maratón en un bar de tapas para celebrar el cumpleaños de mi amigo Chírculis. En realidad no se llama así, pero como es polaco y su nombre es muy difícil de pronunciar y se llama algo parecido y dicen por ahí que da los besos con lengua haciendo círculos, pues eso, lo llamamos Chírculis. Es un alcoholímetrosexual.

La tía a le que le enrodilla la lengua últimamente es un poco insoportable. Yo creo que es la hija secreta de una de esas señoras con laca que salen en el Dolce Vita o en el otro, el de Antena 3, porque tiene el mismo tono de voz y dice las mismas cosas que ellas, y me imagino que eso tiene que ser genético, porque si fuera educacional, menuda mierda de educación, es como para retirarles la custodia. Pero bueno, la cuestión es que nos tomamos todos unas tapas, menos la bioquímica, que prefirió unos libritos.

La bioquímica es la novia del asesor fiscal y, como se pasa toda la vida en el laboratorio, tiene la teoría de que si mezclas unas patatas bravas con unos chipirones y unos pimientos de padrón puedes mutar. Y la verdad es que ayer no me quedó más remedio que darle la razón, porque además de la alteración genética de la novia de Chírculis, los demás también parecían un poco alterados genéticamente. Había uno que se transformó en el monstruo de las finanzas, y se encasilló y sólo podía repetir: hacienda, renta, hacienda y renta. El asesor fiscal hizo apología del socialismo cultural y elogió las particularidades del suplemento Babelia. Y luego estaba el masajista, que empezó a estrangular a los desconocidos.

Supongo que el Vino D'Oro también tuvo algo que ver.

Y claro, todo era tan emocionante, que cuando -ya en otro antro- me entró el doble de Prosikito a decirme lo guapa que soy, aunque nadie nos hubiera presentado oficialmente, le hice caso. Le dije: "Oye, cómo me gusta tu anuncio. Sobre todo cuando saltas del avión".

En fin, que a pesar de todo, no sé ni por qué, me divertí. Así que he vuelto a casa mientras los pájaros cantan y las brujas de mi escalera se levantan. Y me dicen: "Reina, qué bien que ya estés despierta, recuerda que te toca a ti limpiar la acera. Pero yo de ti me cambiaba de ropa, no sea que un desaprensivo te confunda con una pornochacha". Y he subido a casa, he cogido la escoba, he vuelto a bajar a la acera, y le dicho a mis vecinas que se montaran y se fueran volando, que tiene turbo 2007.

Esta noche, mi amigo el artista inaugura el piso que se ha comprado con su hermana. Y tengo que ir porque, el pobre, para poder comprarse el piso, tuvo que vender un riñón y está bastante jodido. Cálculo aproximado: tres cervezas y cinco pomadas (gin Xoriguer con limonada).

Mañana por la tarde, un programa de televisión hace una fiesta, y tengo que ir, por si vuelven a entrevistarme para el Caiga quien Caiga. (cálculo aproximado: cuatro cervezas). Y por la noche, la fiesta es de una revista literaria, y tengo que ir porque a las doce ya será mi cumpleaños y no quiero perderme ni un minuto para celebrarlo. (cálculo aproximado: una cerveza, dos gintónics, un whisky y un tequila que tiraré a las plantas, o que regalaré a unos desconocidos mientras el que me ha invitado no me mira).

El lunes, todas las editoriales celebran su bacanal particular, (cálculo aproximado: una copa de cava, dos de vino mientras cenamos, una cerveza para pasarlo todo, tres gintónics), y el martes le toca a una compañera de trabajo que también cumple años pero menos que yo. (cálculo aproximado: cinco cervezas, o seis, un gintónic y no voy a poder más).

Cada vez tengo más claro que me conservo en alcohol. (advertencia final, subvencionada por la Dirección General de Tráfico: recuerda que el taxista es el mejor amigo del borracho).

2 comentarios:

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Sabías que si te echas alcohol en una mano y le prendes fuego no te quemas...?, solo arde. No digo yo que lo hagas, pero a la hija secreta de la señora de Dolce Vita no veo por qué no.

Mel Alcoholica dijo...

jajajajajaja, ahora entiendo por qué a ese tío con el que me lié una noche le llamaban "la mano ardiente"