domingo, 18 de marzo de 2007

Pierno Doyuna


Ayer me encontré unas piernas en casa. No sé por dónde se colaron, supongo que por la ventana. Serían unas piernas trepadoras, de ésas que sirven para ir a la montaña o encaramarse a los andamios, que son los árboles de nuestro tiempo.

Eran unas piernas bastante femeninas, además de lectoras y, al verlas, me sorprendí un poco, pero agradecí que estuvieran depiladas. Al principio no sabía muy bien qué decirles, no acostumbro a hablar con las piernas. Con los pies sí, les digo: "pies, para qué os quiero", o "malditos juanetes", porque no sé por qué, los pies llaman Juanetes a lo que nosotros llamamos Dolores. Tengo amigos que incluso bautizan a sus pies, y los llaman Quesito la Vaca que Ríe, o directamente Camembert. Pero bueno, yo no sabía cómo dirigirme a esas piernas.

"Joder, pues no sabes cuánto se habla de nosotras", contestaron con orgullo, al verme dudosa. Pero no entendí muy bien a qué se referían. En serio, yo estaba más preocupada de qué podía servirles (imaginé que café no; sé que hay masajes de chocolate, a lo mejor les hubiera gustado, aunque en seguida lo pensé mejor, quién soy yo para darle masajes a esas piernas desconocidas e intrusas, y además, el chocolate engorda). De repente me dieron ganas de echarles cera caliente. O de echarlas, directamente. Al final me decidí a preguntarles:

"Bueno, ¿y dónde está la otra parte?".

Entonces me explicaron su historia. Resulta que estaban rodando un capítulo para una serie de dibujos animados. Algo habitual: el personaje tiene que huir, toma carrerilla, las piernas hacen el remolino a la vez que suena una melodía extraña e irreploducible (rollo: plitiploncplitiploncplitiplonc) y salen corriendo antes que la otra mitad del cuerpo. Se ve que, en la carrera, perdieron a la otra mitad.

"Pues tendríais que ir a buscarla", les dije, "sin piernas no vas a ninguna parte".

"Pero qué dices, elitista", me soltó una de las dos con una coz, "hoy en día hay un montón de sistemas para suplirnos".

"Además, ya no volverán los oscuros golondrinos a anidar en el jardín de esos sobacos", añadió la otra en plan patada voladora.

La cuestión es que las piernas están muy contentas de haberse independizado. En su currículum está haber correteado para Daniel el Travieso (en su infancia), interpretar el cartel de El graduado y trabajar como Pierre Nodoyuna, el malo de los Autos locos.

Ahora pueden leer, hablar, correr, y hacer estiramientos siempre que quieran. Hoy se han pasado la tarde probándose mis zapatos y bailando en el comedor. Ya no las aguanto. Pero estoy atada de manos y... más manos. Mucho me temo que mis piernas se solidaricen con ellas si les doy la patada.

Por los menos son abstemias, y las rodillas no les tiemblan.

5 comentarios:

confin dijo...

Quiso diooo!! con su podeee, fundirr cuatro rayitooss de sol y hacer con ellos una mujeee.

Galahan dijo...

Vaya por dios, voy a limpiar por casa a ver si me encuentro algo así! :D

Saludines!

Alberto Ramos dijo...

Acabo de tener un flashdance, digo flasback: durante un tiempo creí que el personaje de "Los autos locos" se llamaba Pierna de Ayuna.

Don Peperomio dijo...

Eso también le pasaba a Paco Martínez Soria: Vaya, una rodilla...
se reía y magreaba la extremidad inferior de la señorita.

Don Peperomio dijo...

Vale, es cierto. No me acordaba de esas piernas que te visitaron y se instalaron en tu casa. Ya te contestaré como es debido a tu última entrada.
Por cierto, que releyendo por aquí aparecen unos andamios...

Un abrazo gordo, como un servidor.