Llevaba una semana desconectada. Eso es como vivir dentro de un armario con ruedas; te desplazas de un lugar a otro, pero sólo puedes asomarte al exterior por la rendija que queda entre las dos puertas, y únicamente oyes lo que pasa a través de la madera.
Encima, la sociedad te margina, porque la gente habla de cosas importantes, como que hay una convención de especialistas en uñas acrílicas en Asia, y tú no puedes seguir su conversacion. Además, si estás desconectada y conoces a alguien nuevo, no puedes googlearle para descubrir si es de confianza. Ya nos lo decían nuestros padres: no te fíes nunca de quien no aparece en el Google.
Nada, que esta mañana me llama un argentino a casa y me dice: vós estate tranquila que sho solucionaré tu problema. Y empieza a indicarme qué teclas hay tocar para que suene la flauta (esto no es nada porno, quería hacer un juego de palabras con la fábula del asno, porque de todos es sabido que los informáticos aciertan siempre por casualidad, pero lo que ha pasado al final es que una flauta no tiene teclas y suena cuando la soplas, y ahora ya no sé por dónde iba pero da igual).
Estoy hablando con el argentino que me ha salvado el prestigio y, de repente, oigo que tiene un gallo. Kikirikíiiiiiiii. Yo flipando, claro, porque no sabía que los telecomunicadores vivieran en el campo. Aunque, pensándolo bien, tanto da donde vivan, porque tele significa lejos, y comunicación es el problema que debería resolver nuestro siglo, y una cosa y otra están a años luz de distancia, así que si un telecomunicador vive en Marte pues tampoco es tan raro, y menos ahora, cuando han descubierto que en Marte hay agua. No, no me he fumado nada esta mañana, pero no me iré a Marte hasta que no descubran que también hay cerveza.
En fin, que el argentino tenía un gallo en casa, y me dice: un momento. Y entonces... se pone a hablar con el gallo! Le dice algo así como que tiene que instalarse un degenerador, que imagino que será un modulador de frecuencias para que no cante tan alto. O eso, o le estaba llamando educador de degenerados, que debe ser un insulto argentino muy bestia. Y luego le dice: tenés un problema en Russinyol. Y vaya, eso, o es una lengua, o es un conflicto racial, porque Russinyol es ruiseñor en catalán.
Mi conflicto era otro. Por lo visto dentro de mi ordenador había un oso celoso con un antifaz que iba de chulín de discoteca y no dejaba entrar a nadie. Bueno, todo esto para concluir que El señor Lobo, de profesión solucionador, existe. Pero ya no va por el mundo vestido de agente de Caiga quien Caiga. Simplemente te llama a casa a la hora del desayuno, y comparte tu conversación con la conversación que tiene con un gallo. Y ahora, me voy al banco. Fin.
miércoles, 28 de febrero de 2007
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2 comentarios:
ajajjajajajajajaja, que bueno. Los conflictos raciales están a la orden del dia, tenés razon.
La gente inteligente se comunica con la naturaleza a otro nivel.
Un momento...un cel-oso en tu ordenador? Pero tú qué tienes una computadora o un zoo en tu casa. Y por qué no te compras un periquito, eh? Sería más sencillo. Si locoges de muy muy muy chiquitín le puedes enseñar a repetir frases....el mío no paraba de decir Puta Barça todo el día. No en vano era un periquito, pensé cuando decidí introducirlo en el mundo del lenguaje articulado.
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