martes, 13 de febrero de 2007

Andorruña

En Andorra se ven cosas que no se ven en otras partes del mundo. Por ejemplo: 27 perfumerías por metro cuadrado. O calles sin semáforos. O águilas imperiales picoteando como si fueran palomas frente a la oficina de turismo.

Todos los que en Andorra saben hablar catalán son ministros de algo. Pero como hay escasez de habladores de catalán, todos tienen que ser ministros de muchos algos. Así, el ministro de Asuntos Exteriores, por ejemplo, también es ministro de Cultura y de Cooperación. Que, bien mirado, tiene su lógica, porque lo que pide es ayuda para que los países extranjeros cooperen en la promoción de su cultura, basada en el esquí (los inviernos que no son éste) y el fomento de la Real Academia de los Balnearios.

Estuve en Andorra hace poco, y los ministros (señores encorbatados con pinta de regidores) iban por ahí repartiendo invitaciones para beber gratis en un lugar llamado Buda. Vi lo nunca visto, como he dicho, porque un señor catalán así como relevante y cuya identidad preservaré porque va a ser el próximo emperador de Cataluña y temo que me expulse de su país, este tipo, digo, empalmaba un whisky sin hielo tras otro, mientras cambiaba el mundo con sus amigos los ministros andorranos.

Entonces pensé: entre estos ministros, también estará el de defensa, y el de justicia, y el de urbanismo (que creo que son los más importantes en un gobierno). Y a todo le decían que sí, y se reían juntos con ese tipo, y se servían un montón de Jameson sin hielo. Y pensé: a ver si Cataluña, que no puede independizarse, va a permitir que Andorra la conquiste.

Y eso es precisamente lo que hacían los ministros y el señor ése importante: conquistarse mútuamente (que para eso se inventó el alcohol). Porque lo de las guerras da mucho palo, y si encima tienes que cruzar los Pirineos, ya no te digo. Además, qué? Los andorranos lanzarían cócteles Lancôme, y los catalanes, butifarras. Y quedaría todo hecho un asco.

Aquella noche se iniciaron negociaciones más trascendentes de lo que parece en un bar fashion de los Pirineos en el que sonaba música chill-out y donde, bajo un suelo transparente, nadaban peces de colores.

La representación catalana creyó entrar en un paraíso fiscal. Sólo la resaca podría arrastrarla al infierno.

Y todos vascos.

3 comentarios:

Diamante dijo...

Joder!, no me imaginaba que Andorra tubiera tantos ministros, el de defensa por ejemplo... desde luego, ejercito en andorra no hay, eso seguro, policia si que habrá seran unos cuantos pero algo como guardi civil no lo se... así que ese hombre que hace??? realmente me lo creo... que estén todo el dia en un bar...

Mel Alcoholica dijo...

No, si policía sí que hay... ¡para regular el tráfico!

Los ministros no se pasaron todo el día en un bar, sino toda la noche.. después de pasarse el día reponiéndose en Caldea de las comilonas que se pegan.

Alberto Ramos dijo...

Pues yo creía que era al revés, y cada ministerio se lo repartían ex aequo entre dos coministros (uno francés y otro de la Seu d'Urgell).