Anoche me colé en la Sagrada Familia. Es fácil cuando nadie mira, porque la verja está muy baja en la entrada que aún vio Gaudí; además, nadie se pone a mirar a las tres de la madrugada si alguien se cuela en la Sagrada Familia. Te subes al muro de piedra desde la calle, te acercas agarrándote a la valla hasta la zona donde está la puerta, y luego pasas un pie y el otro pie con cuidado para no tropezar ni clavarte en la entrepierna el pico del modernismo.
La cuestión es que anoche no había mucha gente en la calle, y salté la valla sin miedo. La putada es que el abrigo se me quedó enganchado en uno de las púas, y ahora llevo un siete en la parte de atrás del abrigo. Pero bueno, no importa. Como la catedral sigue en obras por los siglos de los siglos, una vez en la Sagrada Familia es fácil meterte en todas partes, entre los palés, los sacos de cemento y las cuatro columnas que hay, porque no hay mucho más. Mi intención era subirme a una de las torres y fumarme un porro mientras miraba Barcelona y charlaba con dios sobre, qué sé yo, el vídeo de Sadam Hussein. Rollo: "¿Tú te crees lo de la ejecución?". Y dios: "Yo ya no me creo nada". Y yo: "¿Ni lo del atentado de ETA?". Y él: "No me provoques".
Estaba buscando la escalera que tenía que subirme a la Torre Norte (si es que existe; a mí me daba igual con tal de que fuera una torre), cuando de repente me pareció oír a dios, al de verdad, a mis espaldas. Que decía: "Fuera de aquí". En plan: fuera del templo de mi padre, y todo eso. Entonces me volví y, la hostia, dios tenía pinta de quillo e iba vestido de segurata.
Ergo debe ser un ángel de la guarda, pensé.
Parece que los ángeles ésos son buenos tipos, así que intenté negociar con él: "Me gustaría subir a una de las torres de la Sagrada Familia para estar más cerca del cielo", le dije. Y el ángel: "Pues vienes por la mañana y pagas la entrada" (en realidad estaba pensando: "a ver de qué te crees tú que vive San Pedro"). Soy cabezota e insistí: "Pero es que yo quiero subir de noche; esta noche". Le conté que es que acababa de ver 'Babel' en el cine, que es un peliculón que viene a demostrar que todos entendemos un mismo idioma preestablecido pero que a lo mejor con un poco más de diálogo podríamos cambiar las cosas, y el ángel que ya no me lo parecía tanto me suelta: "¿Tú quién eres? ¿La guionista de Zapatero?". Entonces supe que tenía dos opciones: ofrecerle un porro o largarme.
Y me fui. Porque 'Babel' también demuestra que los niñatos dan un montón de problemas y que si pones a un niño en una película, la arma. Pero bueno, para hablar de cine ya está una tal Cándida que se cree que porque haga crónicas de Fórmula Uno ya puede pilotar un coche. Me sirvo una cerveza y vuelvo.
martes, 2 de enero de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
¿Te has fijado si la obra tiene una de esas chapas de "recinto vigilado"?
¿Para qué? ¿Te gustaría robar las piedras sagradas de Gaudí?
No, sólo quería hacer un poco de "trencadís". ;-)
Puede que no fuera un segurata, sino el fantasma de Gaudí... piénsalo.
Publicar un comentario