domingo, 21 de enero de 2007

¿Conocéis a un tal Satán?

La calle que hay debajo de mi casa siempre está en obras. Primero la levantan para colocar un cable ADSL, y seis meses más tarde la levantan para arreglarlo; construyen un edificio, y entonces vuelven a levantar la calle para poner las tuberías pertinentes. Luego cambian la acera, y al cabo de seis meses, se ponen a repintar las fachadas.

Ahora les ha dado por plantar arbolitos para que la gente no pueda aparcar en ningún sitio, y se pase la noche dando vueltas y más vueltas por el barrio intentando encontrar un puto aparcamiento, y al final, mareados ya de tanto paseo, acaben aparcando en cualquier sitio.

Definición de 'cualquier sitio': un paso de cebra apenas visible de lo gastado que está, ubicado en un cruce que lleva del vacío de un solar a la nada de un agujero en el que intentan levantar un bloque de pisos. Es decir, que nadie en su sano juicio utilizaría ese paso de cebra; entre otras cosas porque nadie en su sano juicio caminaría por esa calle en la que sólo hay polvo y cemento y obreros que no se atreven a soltar piropos no sea que una zorra malfollada les ponga una denuncia por acoso.

Bueno, tú aparcas en la nada (pero en la nada de verdad, allí donde no molestas a nadie), y al día siguiente, zas, ya te han puesto una multa. Noventa eurecos. Entonces piensas: a ver si eso de plantarnos arbolitos en la calle va a ser una estrategia para que los Mossos d'Esquadra se forren, que tengo entendido que van muy mal de pasta y lo de sacarse multas del forro de la barretina les debe ir muy bien.

En fin, que en mi calle están poniendo arbolitos y farolas y las aceras muy anchas para que todos los conductores contribuyan a la ley y el orden. Las obras empiezan a las 8 de la mañana... y se acaban a las 8.30, que es cuando los paletas se van a desayunar. Y ya no vuelven hasta el día siguiente. Por los siglos de los siglos.

Pese a los años que dura esta parodia, todavía no me he acostumbrado a despertarme con el ruido de las taladradoras. Así que esta mañana, no he podido más y, casi sin darme cuenta, le he lanzado un zapato a un pobre magrebí que arrastraba un mandarinero. Yo quería darle a otro que estaba haciendo un agujero para meter el árbol, pero he errado el tiro.

El hombre se ha cabreado tanto que ha tirado mi zapato por una alcantarilla. Y bueno, si fuera un zapato cualquiera, pues vale, voy descalza al trabajo; pero es que era un Mascaró súper hortera, de esos que salían en Sexo en la ciudad, y aunque nunca he visto la serie, sé que ese tipo de zapato está muy bien valorado por las yankis y en un apuro pues podría venderlo a buen precio; al menos, para pagar las multas.

De modo que he bajado a la pata coja gritando "yihil, shuftizi, jara bi yuarba", que son los únicos insultos que conozco en árabe. Pero como ya eran las 8.32, los paletas se habían ido a desayunar. Entonces he pensado: "Bueno, piensa algo". Y como no se me ocurría nada, he decidido meterme en el agujero de la alcantarilla para recuperar mi zapato.

Para los que no lo habéis hecho nunca, bajar por una cloaca es alucinante. Huele peor que las viejas que te retorcían las mejillas a la salida de misa, y da mucho miedo por si te encuentras una rata o un cocodrilo. Pero lo único que he encontrado yo ha sido un hombre vestido con traje y corbata tirando a vulgarcillo que me ha dicho que era Satán.

A Satán mi zapato le importaba más bien poco; en cambio, se mostraba muy interesado por algo que dice que tengo, pero que no puedo ver ni sentir, ni oler ni nada, y que él llama "alma". Bueno, a veces también lo llama "my precious", pero sólo cuando se olvida de hablar en castellano.

Como me ha dado la impresión de que tiene muchas cosas que contarme, he invitado a Satán a casa para que desayunáramos juntos. Entonces ha puesto los ojos como platos y me ha gritado: "Pero ¿qué dices, loca? ¿Subir yo allí arriba? Pero si eso es el infierno!!!!".

Y claro, le he dado la razón. Luego le he prometido que volveríamos a vernos y me ha contestado que eso él ya lo sábía.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Pero te ha devuelto el zapato, chocho, o se lo ha quedado él por si sube algún día a hacerte un número rollo drag?

Alberto Ramos dijo...

Si era un Mascaró, seguro que se lo ha bebido.

Tamaruca dijo...

Siempre sospeché que satán sería vulgarcillo y cateto. ¿De qué color era la corbata?

Un besico sin cocodrilos, ni ratas... ni visión distorsionada de domingo cualquiera ;)

Mario Milagro dijo...

A mi este post, como va de Satan, me gusta leerlo con musica de Iron Maiden a toda ostia. De verdad, luce mucho mas...