domingo, 12 de octubre de 2008

Sinsentido común

Mi sentido común se murió el 4 de septiembre; me lancé a una piscina, en una fiesta pija. Era de noche, había bebido whisky de todo tipo, porque un señor con pajarita me sirvió un montón de copas gratis. Y cuando me di cuenta, mi sentido común se había ahogado.

No lo lamenté mucho, porque si era tan común, imagino que no me costará encontrar otro que lo sustituya. El problema es que, mientras tanto, los sentidos no comunes, es decir, los extraordinarios, se aprovechan de mí.

Por lo visto el sentido común es como un filtro, un estabilizador; algo así como el PH neutro de las reacciones emocionales y los impulsos. Según el diccionario, es la facultad de juzgar razonablemente las cosas. Pues bien, desde que el mío se ahogó en la piscina de un hotel de lujo, he perdido la vergüenza, el recato y el pudor; deben de ser aplicaciones del programa Sentido Común.

El otro día, en la presentación de un libro (había un montón de posmofrikis bebiendo, fumando y dándoselas de felices), pillé el micro y me puse a cantar a capella una cancioncita que inventé hace siete años, delante de todo el mundo. El foco me daba en los ojos y no veía a quienes me escuchaban. Cuando el foco te da en los ojos y no ves a quienes te escuchan es como cuando escribes un blog: tampoco ves a quienes te leen. Supongo que, si los vieras, no escribirías una puta palabra.

Desde luego, si yo hubiera visto los ojos de todos aquellos posmofrikis clavados en los míos, si los hubiera visto entonar los coros (que lo hicieron), uuu-uuu-uuu-uh, probablemente me habría dado un infarto y me hubiese muerto. Entonces me habrían enterrado junto a mi sentido común.

Pero estoy viva, tal vez más viva que nunca. La libertad es no tener miedo, y suelen atenazarnos temores absurdos. Después de mi payasada musical, mi amiga La Loca preguntó: "¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué cantaste?". No sé, lo mismo podría haber contado el chiste del bollo que habla.

Facultad de juzgar razonablemente las cosas. Toma tres conceptos abstractos: "juzgar", "razonablemente", y "las cosas". Que se muera el sentido común.

¿Qué es una persona sin recato? ¿Una imprudente? Pero, ¿para qué ser cautelosos, si no hay más peligro que el ridículo? El ridículo es otra de las aplicaciones del programa Sentido Común, probablemente la más egocéntrica de todas.

Y el payaso no piensa en uno mismo, se concentra en entretener a los demás.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Si cuentas lo del bollo se viene abajo el local.

Disculpe el offtopic, Mel, pero querría proponerle un juego. Anoche estuve con su amiga La Loca viendo Happy Go Lucky en sesión golfa. Lo que le propongo es que se pase por el cine más cercano y la vea como hicimos nosotros, sin saber lo que va a encontrar; y una vez que esta suerte de Amelie meets Los Idiotas haya empezado oblíguese a aguantar la primera media hora por lo menos. Por dios, necesito conocer su opinión acerca de esa peli y saber qué le dicta su sentido común. Desconcertado ando. Si es que prácticamente es una tesis sobre los temas que tratas hoy.

Alberto Ramos dijo...

Mucho peor que un sinsentido es un consentido.

beizabel dijo...

mmm, qué gustito, qué de tiempo sin pasar a leerte, y qué de nuevo por leer, qué bien.

vaderetrocordero dijo...

JAAAAAJAJAJA! BRAVO!!! QUÉ GIGANTE!!! La animo encarecidamente a seguir en esta línea! El mundo necesita de gente así, hombrepordiosya! También le informo que aquí en Valladolid un selecto grupo de gentuza organizamos el Concurso Regional de Vergüenza Ajena. Inscríbase en la próxima edición.

Y un consejo: el desnudo es un arma terrible y muy accesible (siempre lo llevamos encima) para fomentar esta actitud. Que se lo digan al recepcionista del hotel de Roma por el que corrí en pelotas blandiendo una botella de vodka (vacía ya).

Zittric dijo...

JAJAAJJAJAAJAJAAA....ya imagino la primera cara de todos esos posmofrikis...

SALUDOS

Anónimo dijo...

qué bueno, ya hace días el bambino dijo aquello de payaso con careta de alegría aunque lleve por dentro el alma rota...

Diamante dijo...

Pero los adverbios terminados en mente son el diablo

[|ºº|]

Mangamoncio dijo...

Grande, Mel. ¿Dónde aprendió usted a escribir tan bien?

Óscar Sejas dijo...

Yo también opino que el rídiculo es una aplicación del sentido común.

La vergüenza y el miedo lo son también. A mi me gusta recurrir a aquella vieja frase que decía: Que me quiten lo bailado.

Si uno es feliz, que más dará todo lo demás. A veces en la vida nos pasa también que no vemos a nadie porque nos ciegan los focos, quizás sea mejor así, porque si realmente fueramos capaces de ver a las personas que nos observan, el miedo (esa aplicación del sentido común que mencioné antes) se ejecutaría y nos atenazaría, no permitiéndonos continuar avanzando.

Un saludo. Me ha gustado tu blog.

Leonor Cabrera dijo...

Viva el whisky!