martes, 7 de octubre de 2008

Rewind Play




Todavía tenía la mochila colgada a la espalda, ya sabes, con todos esos juegos que han dejado de serlo. De pequeños, jugábamos a papás y a mamás, y a las casitas, a médicos. Pero entonces no pagábamos hipotecas, ni nos divorciábamos, ni nos firmábamos las bajas a nosotros mismos, no sé si me explico.


Un viaje extraño, el que hice este fin de semana al pasado. Un viaje breve a una Mallorca que ya no existe, que dejó de existir hace 17 años. Allí vi, claro, al chico del chándal, ya no lleva gafas, ni ese parche en el ojo izquierdo. Ni siquiera tartamudea, y por lo visto encontró otra novia que no era yo. Ignoro si por imposición o por alguna estrategia.


También vi a mi primer amor, que le ha puesto mi nombre a su hija. Me pregunto si eso significará algo o simplemente significa que tengo un nombre bonito.


No es el primero que lo hace.


En cualquier caso, si todos mis amores y ex-amores le ponen mi nombre a sus hijas, mi nombre pasará de ser un nombre bonito a ser un nombre vulgar.


En la mochila, el peso de 17 años sin vernos, y luego, el reencuentro, más cansado todavía. Pero bonito, claro que sí, en medio del campo, con un borrico casi recién nacido, y una niña que, descubrimos, debió de nacer el mismo día.


Y ella, mi mejor amiga de EGB, que ahora cree en las estrellas o en los astros, o en eso que ilumina los cielos de quienes ya no creen en el Cielo con mayúsculas, y preguntaba a todo el mundo: "Qué signo eres? Ascendente?", y a mí me sorprendía recordar la fecha de casi todos los cumpleaños. Ella sólo contrata a los tauro, porque otros le dieron problemas. Tiene un perro salchicha que es cáncer y por eso se llevan bien.


No sé si me sorprendía más mi propia memoria, tan exacta y tan detallista, o la amnesia de los demás; bueno, de algunos. Sapo quiso recordar el mote que le ponía a los de la clase; mi primer amor y yo le dijimos que mejor no; nosotros, a diferencia de él, sí éramos conscientes de lo crueles que fuimos.


Gato, por los ojos; Sapo, también por los ojos. Bola, por el cabolo. Hasta aquí, nada malo. Pero luego estaba Moniato o Moneato. Y la Boa Constrictor. Y Comprecha Comprechina. Y la Cuervo. Y la Velcro, porque se estaba quedando calva. Y la Culopato.


Y yo me levanto como con un resorte y me largo, porque no puedo aguantar la risa, una risa con muy mala leche. Y el propio Sapo, a medida que va refrescando la memoria, va callando, ahogado también por culpa de la risa y la vergüenza.


Así llegué el domingo a casa, de nuevo en Barcelona, todavía con las hojas de pino en la mochila y la hierba en los zapatos. De pequeña, me llamaban La Hueso. Entonces creí que porque estaba flaca; pero no, era porque soy una repipi y una repelente. Lo descubrí mientras le dábamos patadas a una pelota de goma, después de comer, y Sapo dijo: "Cuidado que la vamos a colar en ese algarrobo", y respondí: "Querrás decir en la higuera", porque eso era una higuera, y no un algarrobo, y él suspiró: "Tú siempre sacándole puntilla a todo".


En fin. En la mochila también llevaba el peso del descubrimiento. Sólo te dicen la verdad cuando creen que has cambiado.


Tenía un mensaje en el contestador. Cada vez que veo que tengo un mensaje en el fijo de casa, tiemblo. Otras veces me ha llamado el pasado, pero esta vez no podía ser él. Yo había estado con él en Mallorca ese mismo día, hubiera resultado estúpido que me llamara.


Me llevé el auricular a la oreja y escuché. Era el presidente de la comisión de fiestas del barrio. Quiere que haga el pregón. Eso dijo.


Todavía no entiendo por qué no llamaron al Señor Fregono.


La nostalgia es descubrir que los juegos de infancia ya no son un juego.

9 comentarios:

Argeseth dijo...

"solo te dicen la verdad cuando creen que has cambiado"
Muy buena, igual que toda la entrada.
Salud.

Anónimo dijo...

Qué nostalgia más bonita y triste a la vez me ha provocado tu entrada, gracias :)

errante dijo...

uf!

Chafan dijo...

Impresionante, creo que tienes un puto don, el de la nitidez para con las cosas. Yo me quedo tontita cada vez que te leo, muchas gracias.

Alberto Ramos dijo...

Tienes un nombre bonito. Del tó.

Pi dijo...

Ay,
1. Dile a tu amiga que me contrate, que soy tauro y estoy arruinada.
2. Flipa con la crueldad adoelscente, a mí me llamaban Samantha (parece que por la Fox), pero aun todavía me pregunto porqué ... porque las había más tetonas, con más que este miserable 85. En fin. Habría bastado con Cuatro ojos, pero así era esa gente.
3. Gran frase esa de que te cuentan las cosas sólo cuando has cambiado, qué verdad es.

Zittric dijo...

"los juegos de infancia ya no son un juego."....qué pena!

SALUDOS

res dijo...

bon escrit
bon blog
salut!!

Zebedeo dijo...

... o son un juego donde ha subido el nivel de apuestas. Es como una partida de poker, cuando somos niños jugamos apostando habas ahora de adultos (metafóricamente) apostamos millones, pero no deja de ser un juego.

Mmmm bien pensado también es comparable a la sed alcohólica ;)