sábado, 12 de enero de 2008

Nip/Tuck

El jueves cometí un error: me puse escote. Era la prima vez en mi vida que salía a la calle despechugada, y sentí en mis propias carnes algo que habían intentado explicarme otras veces de otras maneras: cuando te pones escote, los ojos se deslizan hasta tus tetas, y se incrustan en tus pezones.

Puede sonar un poco bestia, pero es así. Nadie podía apartar la mirada de mis pechos. Ni siquiera yo. E iba tropezando sin parar, de lo impresionada que estaba con mi propia anatomía.

La verdad es que, al principio, es un poco coñazo, porque tú hablas con alguien y no te escucha. Notas que no te escucha, que sólo observa cómo tu voz hincha tu caja torácica, haciendo que se mueva, moviendo todo lo que tiene encima y sobresale.

Pero luego te tomas un par de copas y te olvidas de la tuya. De tu copa, quiero decir. Te pones a bailar. Y, como cada vez que bailas, todo el mundo te mira, pues bueno. A eso ya estás acostumbrada.

Si algún día alguien me grabara cuando creo que estoy bailando y luego revisara lo que en realidad hago cuando creo que estoy bailando, nunca más bailaría.

La noche del jueves me emborraché demasiado y demasiado pronto. Entonces conocí a ese maño, que ya se iba. En lugar de pedirme el número de teléfono, dijo: "Oye, voy a darte mi e-mail, a ver si me escribes". Contesté: "Si crees que me acordaré, vas listo". Respondió: "Claro que te acordarás: mailto:cirujano.plastico@guardarésuintimidadperonosésilomerece.com". Pregunté: "¿Eres cirujano plástico de verdad?". Aseguró que sí. "¿Y crees que necesito algún retoque?". Aseguró que no. Y así comprobé que ése, de cirujano plástico, tiene lo que yo de bioquímica nuclear.

Tan borracha iba, que no tardé en irme a casa, acompañada de mi amiga E.

Entramos en un taxi, y el calvo del conductor empezó a soltar cosas raras con una cadencia muy extraña, como si fuera Lope de Vega interpretado por Josep Maria Pou. Entonces, de repente, nos acojonó un poco cuando se definió como "cirujano de tráfico". Otro cirujano. Por lo visto, la noche iba de operaciones. Operación: seducción.

Mi amiga E (que se llama como el número E, pero sin el "número") le preguntó si era actor y si tenía una cámara oculta en el retrovisor. Y el cirujano de tráfico pareció preocuparse:

-Pensad que, si parece preparado, es una historia que no está inventada.

Luego añadió:

-Si yo fuera Adán y vosotras fuerais Eva, no me hubiera comido la manzana: me hubiera cargado el árbol y la serpiente me la hubiera hecho frita.

Mi amiga E sacó su libreta y empezó a apuntar todo lo que salía de la boca del taxista calvo. Yo le pregunté si era poeta. Respondió:

-No puedo ser poeta, porque se deprimen con facilidad, y yo no tengo tiempo para eso.

Gracias a la buena letra de mi amiga E, la transcripción de estas palabras hoy es posible. Apenas recordaba ya nada de lo que dijo ese taxista, que seguía:

-No sé si hablo tanto por vosotras o porque soy así. Podría hablar del tiempo ("qué frío hace!"), pero no soy el hombre del tiempo; podría hablar del tráfico ("no hay nadie en las calles"), pero no soy guardia urbano.

Cuando dejamos a E en su casa, me puse algo nerviosa, porque aún quedaba un trecho hasta la mía, y tenía que quedarme a solas con ese hombre. Me miré el pecho disimuladamente, pero llevaba el abrigo abrochado hasta el cuello, y dos vueltas de bufanda. Suspiré más disimuladamente todavía. El cirujano de tráfico empezó a decir cosas muy raras, como que su vida tenía sentido gracias a aquella carrera.

Y por si no quedaba claro que no se refería a lo que me clavaría (económicamente, quiero decir), volvió a las adivinanzas:

Él: "¿Sabes cómo cae la nieve?".
Yo: "¿A copos?".
Él: "Fría y suavemente".
Yo: "Pero luego, total, se funde".
Él: "Si la carta a los Reyes Magos fuera retroactiva, les pediría ser un copo de nieve en tu sonrisa".

Cágate.

Él, otra vez: "No debería decirte estas cosas, porque esto es un servicio público".

E impúdico.

Al pagarle (con dinero, que conste) el tipo no quería soltarme la mano. Y concluyó: "Ya sabes lo que pediré a los Reyes Magos el año que viene".

Joder, que viva la República, pero ya. Que resucite, o lo que sea. Salí corriendo del coche, y esa carrera sí que dio sentido a mi existencia.

A Dios pongo por testigo que no vuelvo a ponerme escote en la puta vida.

12 comentarios:

Don Peperomio dijo...

no hay fotos??

Galahan dijo...

Jajajajajaja.
Genial. Apoteósico.

Lo del taxista seductor me parece memorable. Yo cada vez que subo a un taxi sufro si veo que el taxista se arranca a hablar, porque me incomodan mucho las conversaciones de taxis. Pero en tu caso, es ya pánico, vaya.

Me encanta la carrera que dio sentido a tu vida, ajajaj.
Y la gran verdad de mi vida, aplicada al baile:
"Si algún día alguien me grabara cuando creo que estoy bailando y luego revisara lo que en realidad hago cuando creo que estoy bailando, nunca más bailaría."

En fin, que no voy a ser yo el que te diga que salgas sin escote, porque así luego puedes contar estas cosas.

Un día saldré con escote a ver qué pasa. Me temo que los cirujanos se verán más atraídos por mi como posible cliente.

humo dijo...

Póntelo, póntelo, tontina, que luego te saldrán arruguitas en el canalillo y ya no querrás.
Y los tíos, a lo suyo: desvariando, que es cuando más divertidos están.

vaderetrocordero dijo...

Es curioso, cuando yo me pongo escote no me pasan estas cosas. Sí que es cierto que cuando me pongo a bailar también todo el mundo me mira, pero me imagino que con otra cara.

Pi dijo...

Nena!! PERO SI ES UN HISTORIÓN! De taxistas se nutre la literatura moderna, coño! qué maravilla!!!! (y de tu memoria de borracha y la mouleskine-que-no-lo-será de tu amiga, y de tu arte al escribir, claro).

Y no dejes de ponerte escote! es divertidísimo! la próxima vez que lo hagas ponte a hablar con cualquier hombre y sonrie discretamente mientras imaginas que le dices: "mírame a los ojos, mírame a los ojos, MÍRAME A LOS OJOS ...."

Pi dijo...

Ahí, Humo, ahí, que desvaríen, que desvaríen..

Alberto Ramos dijo...

De parte de Dios, que eso no lo dirás en serio.

Anónimo dijo...

A mí me gustaría que los taxistas me dijeran cosas bonitas, pero sólo me comentan cosas de la COPE y de lo mal que está el tráfico en Madrid.
Menos uno, una vez, que me contó a que a su hijo le había dejado la golfa de su novia, cosa que le parecía incomprensible porque su hijo tenía "la polla como una tubería", que él lo sabía que se duchaba con él y bla bla bla.

Por otra parte, los escotes son buenos para la moral del país, déjatelo largo.

Anónimo dijo...

A mí me gustaría que los taxistas me dijeran cosas bonitas, pero sólo me comentan cosas de la COPE y de lo mal que está el tráfico en Madrid.
Menos uno, una vez, que me contó a que a su hijo le había dejado la golfa de su novia, cosa que le parecía incomprensible porque su hijo tenía "la polla como una tubería", que él lo sabía que se duchaba con él y bla bla bla.

Por otra parte, los escotes son buenos para la moral del país, déjatelo largo.

Anónimo dijo...

No es que el comentario sea tan importante como para repetirlo dos veces, es que ha sido un error.

Carabiru dijo...

Jejeejej, creo que es la primera vez que te leo, y vaya comienzo apoteósico!!!

Impagable el momento taxi, aunque comprendo tu aprensión en el último tramo.

Muy buena la idea de tu amiga por cierto!

Anónimo dijo...

Con escote dejas de tener cara y, casi, hasta cuerpo. Te vuelves eterea, bueno no, porque las tetas permanecen ahi. Ellos creen que si hablan mucho tu no notas donde ellos te miran.
Asi pues, además de etereas figuras con tetas somos tontas y ciegas.



Pero el derecho de ponerme escote no me lo quitan nio los Reyes Magos, vamos hombre!