domingo, 28 de octubre de 2007

Memhora de más

Ésta es una noche vieja porque tiene una hora más que las demás. Y cuantas más horas, días, meses o años tienes, más viejo eres. Por eso no entiendo que se llame "noche joven" a las noches largas. En realidad, cuanto más larga sea tu vida, más viejo serás. Por lo tanto, las noches largas son mayores que el resto. Tampoco entiendo por qué la nochevieja va vestida así, en conjunto, nochevieja, pero ésta es otra cuestión.

Hoy a las tres volvían a ser las dos. Hasta ahí llega la mentira social. Tú sabes que son las tres, los relojes que te rodean marcan las tres. Pero te dicen que son las dos, y tú vas y cambias tu reloj. Y al día siguiente, cuando te levantas, no son las once, sino las diez. Porque te han dicho que es así. La programación de la tele ha cambiado, y la tele siempre marca tus horarios.

Hoy, a las primeras tres de la madrugada, estaba en el Lisboa. El Lisboa es un bar de Palma, y yo estaba ahí porque he venido a pasar el fin de semana con mis padres. Estaba en el Lisboa rodeada de gente rara; de hecho, de un montón de gente, y he pensado: "Todo lo que haga a partir de ahora hasta dentro de una hora no existirá". Y claro, he ido a pedir otra cerveza.

Antes de que cambiara la hora, y de que la noche se hiciera un poco más vieja, he estado con mis abuelos los belgas. Mi abuela está emperrada en que tiene Alzheimer. "A ver, ¿qué día es el cumpleaños de tu marido?", le he preguntado. "El dieciocho de abril!", ha contestado sin dudarlo. "¿Qué día es el santo de mi padre?". "El 17 de enero!", ha exclamado. "Pero... ¿qué te hace pensar que tienes Alzheimer?", le he preguntado derrotada. "Lo sé, ya tengo edad para saber estas cosas", ha respondido. En fin, a mí me da que sólo quiere tener Alzheimer para estar a la altura de Maragall...

...y para tener una excusa que le permita olvidar sin la necesidad de beber alcohol, porque cree que el alcohol engorda, y ella está a régimen.

Lo de que el alcohol engorda es una falacia. Os lo dice una experta que pesa 51,9 kilos.

Pero mientras estaba en el Lisboa rodeada de gente rara, he pensado en esa hora que cada año forma parte de la amnesia. Una hora que le ganamos al Alzheimer o perdemos en la memoria.

Entonces he decidido volver a casa.

De las tres a las tres, remontaba la Riera cuando un hombre políticorrectamente llamado de tez morena me ha dicho: "Hola, guapa".

He contestado: "Oye, negro, ¿verdad que no te gusta que te estén recordando todo el rato que eres negro? Pues a mí no me gusta que me recuerden todo el tiempo que soy mujer". Ahí están la amnesia de mi abuela y la de Maragall. Ahí está la hora anual en la que se nos está permitido olvidar. Tan peligrosamente voluntaria.

Era un momento de ésos que van de las tres a otra vez las tres. Eran pasadas las primeras tres de la madrugada, pero todavía no habían llegado las segundas tres. La pregunta es: ¿Qué hora pondrían en caso de que hubiera un suceso?

El hombre políticorrectamente llamado de tez morena podía tirarme por el puente, o podía tirarme yo, a la Riera. Dejarme arrastrar hasta el mar. ¿A qué hora registrarían las páginas de sucesos el acontecimiento? ¿A qué hora puedes morir esta noche tan vieja?

Por otro lado, también cabía la posibilidad de que me enamorara de este hombre. ¿A las tres o a las otras tres? Éstas son horas como las antiguas pesetas. Redundantes. Las pesetas son antiguas, pero son pesetas en sí. No son antiguas pesetas. Y l0 mismo pasa con las horas. Las antiguas tres de la madrugada ya no existen, porque se han vuelto las dos. Aunque en realidad, a las tres eran las dos. Por lo tanto a las otras dos era la una. Por lo tanto, a la una eran en realidad las doce; pero no consta en ningún sitio.

He seguido caminando, Riera arriba, hasta el instituto donde estudié. Delante de la puerta, un hombre caminaba haciendo eses. Cuando caminas haciendo eses no pierdes tanto tiempo. No en una noche como la de hoy. Tienes una hora entera por delante en la que puedes arrastrarte como en esas bandas teletransportadoras del aeropuerto, aunque golpeees de lado a lado.

La hora sin nombre sigue adelante. Y te llevará a casa, pese a que no lo recuerdes.

14 comentarios:

Diamante dijo...

Por que oíste en el bar como alguien esputaba el típico "La noche es joven" cuando alguien se quería marchar, jejeje

La tele determina mi vida

Irme a Lisboa con Medussa

Parece que las abuelas ganan por la mano.

Don Peperomio dijo...

servido por Mel Alcohólica a las 3:17...
Qué cosas.
Tres post-its:
Uno. Te doblo en el peso.
Dos. ¿Has heredado la belgicidad de tus abuelos?
Tres. Lo del Alzheimer me ha recordado a mi suegra, que de vez en cuando dice que le duele mucho el colon, que se lo nota.

Alberto Ramos dijo...

El Alzheimer es una enfermedad con mayúscula y algún día será una enfermedad con glamour. Como la tuberculosis.

Aurora dijo...

A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa. Y como todo es asombroso, este blog también.

www.realismosucio.com

errante dijo...

me gusta mucho, gracias

errante dijo...

Por cierto, la elegancia del erizo me ha parecido un libro malísimo.

Mel Alcoholica dijo...

Ficticio: la tele termina con tu vida. O tu vida termina en la tele, no sé.

Martin: Ya no me doblas en el peso. La sobrasada, el queso mahonés,una paella de marisco frente al mar y la alegría me han engordado ligeramente. Esta mañana la báscula marcaba 52,5.

Al: Estar en la isla me ha quitado la tuberculosis. Ya no soy poética.

Truman: ¿Asombrarse es asomarse por el hombro?

Errante: Gracias a ti, siempre. Y 'La elegancia del erizo' es el libro que toda madre quisiera que su hija le recomendara. El final es pésimo; el resto, psé. Lectura de domingos. Paloma es clavada a mi prima, y eso me ha hecho gracia.

Diamante dijo...

Si es cierto, alguna de las 2 cosas pero el sentido con el que escribía en la 1º persona del presente era la forma extensiva, refiriendole a que la tele determina la vida de todos a novel general. Ya me comprendes

Alberto Ramos dijo...

Parafraseando a Lichis: que se joda la poesía si es a costa de la salud de la poeta.

Aunque lo lamento por la tos sexy.

Luigi dijo...

Yo aprovecho esta hora de regalo en hacer lo que no podré cuando nos la vuelvan a quitar e marzo. Dormir.

Anónimo dijo...

Cuando me devuelven cada hora regalada en Otoño, es otra, a la que le han robado algo, al menos, eso decía el otro día en un post.

rotario dijo...

se que va tarde y en el post que no debería, pero ...
te/os interesa:
julio verne tiene versión NEGRO.
Más eficiente en cuanto a ahorro energético se refiere.
ahí os la dejo:
http://www.blackle.com/- Blackle

vaderetrocordero dijo...

Me estaba preguntando todo esto el día de autos: cierro el bar a las cuatro y media, hora oficial, regalándoles a estos borrachos una hora de lugar al abrigo, o me voy a dormirla a mis cuatro y media, hora biológica? La respuesta me llegó en forma de bostezo: les mandé a todos a tomar por culo en ese mismo momento.

humo dijo...

¡Quién me hubiera dado a mí pasar esa hora fantasma en Palma!
Por otro lado, si yo fuera periodista y tuviera que fijar la hora del famoso suceso - enamoramiento, suicidio, asesinato - diría "entre las dos y las tres de la madrugada" y me quedaría tan ancha: es que soy muy práctica, por eso no escribiré nunca textos tan divertidos como éste.