lunes, 24 de marzo de 2008

El teorema de Noether

En el instituto, solía suspender matemáticas. No es que no las entendiera. O sí, pero no importa. Lo que importa es que la abstracción me resultaba inalcanzable. De hecho, es infinita; es más (o mejor, es menos): también puede ser negativamente infinita. Lo cual hace muy difícil introducirla en un orden.

Yo lo intentaba a través de una lógica casera. O sea, por lógica, antes de nuestro propio nacimiento no había nada. Y la nada es infinita. Eso, en mi lógica made by me, significaría el infinito negativo. Después de nuestra muerte tampoco hay nada. Podría ser el infinito en positivo. Claro que, positiva o negativa, la nada no es nada. Y cabe en el todo. Porque el todo, como dice un anuncio de la tele, también es nada, ya que lo es todo.

Si la nada no es nada, tiene que ser otra cosa que no sea nada. Porque entonces diríamos que la nada es nada, y eso no lo decimos. Por otra parte, si el todo también es nada, tenemos un pedazo de silogismo que ahora mismo no viene a cuento.

La cuestión, que me salvé en primero de BUP; en segudo tuve que ir a septiembre. Y un buen día me olvidé de las matemáticas. Creo que por eso mi nómina va menguando, pero tampoco podría jurarlo.

La semana pasada, una conocida me prestó un libro. Lo había escrito un amigo suyo, un guionista que alguna vez lo ha hecho Peor imposible. El libro se titula Emmy Noether. Matemática ideal. Y bueno, es el típico que sale en una editorial que no conoce ni su madre (de la editorial, digo), y que empecé a leer en el metro, más por curiosidad que por cualquier otra cosa.

La tal Emmy Noether era una alemana con bastante imaginación y capacidad de abstracción tanto para lo positivo como para lo negativo, y su gran aportación al mundo es el teorema de Noether que, por lo visto, flipaba a Albert Einstein.

El autor del libro se pasa de frívolo; quiero decir que lo explica de un modo tan sencillo que parece un guionista de Hollywood. La cosa es que la señora ésa alemana (que está supermuerta, desde 1935, o sea que ha empezado a sumar una nada detrás de otra tras su muerte) relacionaba simetrías y magnitudes.

No entraremos en terminologías, porque más o menos todo el mundo sabe qué significa simetría y magnitud. Pues bien, estaba yo en el metro rayándome un poco con el asunto y diciéndome que las matemáticas no parecen tan complicadas como en segundo de BUP cuando, de repente, entró ese chico.

Se sentó justo delante de mí, e hizo eso que suele hacerse en los metros: curiosear qué está leyendo la persona que tienes enfrente.

Entonces, empalideció.

Estaba bastante concentrada en la reina de las ciencias (de este modo llaman a las matemáticas para vender el libro del que hablo). Aun así, noté cómo mi compañero empalidecía, porque toda la luz mortecina del vagón se concentró en su rostro, lívido de pronto. Me dije: "Ya está, éste es el autor de Emmy Noether. Matemática ideal, y flipa de que alguien esté leyendo lo que él ha escrito".

A veces he visto a alguien que leía un artículo que yo había escrito, y la impresión es muy bestia, porque te apetece comentarle algunos matices y preguntarle si le mola, y yo qué sé, es muy difícil de explicar.

Bueno, el chico que tenía sentado enfrente no dijo: "Eh, este libro es mío", entre otros motivos porque no lo era. Una cosa es que escribas un libro y otra que sea tuyo. En fin, que no dijo eso, sino que se puso a rebuscar en su mochila.

Entonces pensé: "Ya está, ésta es la otra única persona en el mundo que lleva encima el mismo libro que yo, ahora lo sacará, y empezará a hablar de la magnitud de la simetría; entonces pasaremos de la teoría a la práctica, lo mezclaremos con la casualidad y el destino, nos enamoraremos, brindaremos con unas cervezas, nos acostaremos juntos, fantasearemos con casarnos, al final no nos soportaremos y colorín colorado".

Pero no. En lugar de sacar otro ejemplar de Emmy Noether. Matemática ideal, el chico sacó un pasaporte. En el pasaporte ponía: "Alexander Noether".

Mediante gestos, me hizo entender que era sobrino-nieto de Emmy. Entonces llegamos a Plaça Catalunya. Y tuvo que bajar.

17 comentarios:

Alberto Ramos dijo...

¿Lo de "ideal" se refiere a la matemática (o matemáticas) en general o a la matemática Noether en particular?

Diamante dijo...

Vidas cruzas

Vidas cruzas?

beizabel dijo...

Donde yo vivo no hay metro, y en mi autobús no pasan esas cosas.

Agus dijo...

"Mediante gestos, me hizo entender que era sobrino-nieto de Emmy. Entonces llegamos a Plaça Catalunya. Y tuvo que bajar."
Le dirías "si te bajas en la siguiente, no te sobo el morro"
Benditas matemáticas...
Buen post
Saludos
El Agus

Anónimo dijo...

lástima, al final todo quedó en "nada", no hubo tiempo para brindis.

Christina Cassanova dijo...

Las casualidades no existen, pero si existieran estarían enamoradas de tí... porque no es la primera vez que leo que alguna te acosa sin motivo.

Benjuí dijo...

¿En que parte de las matemáticas se estudian las casualidades?
Porque yo sacaba notables y eso, y no me acuerdo.
Menos mal. Así, en lugar de ponerme a relacionar fórmulas me has hecho sonreír.

dintel dijo...

Ja, ja, ja.

Unknown dijo...

Un post lleno de suspense con un final agridulce.
Casualidades de la vida!

eSadElBlOg dijo...

yo suspendi en sucesion decreciente todas las mates, pero luego en la sele. saqué un 8 sin copiar. La siguiente vez que vi a la porfe de mates estaba sentada en un bar cutre de polígono tomándose un ginttonic y recitando la tabla del 8.
Alex, sin duda estaba calculando el porcentaje del precio que le correspondía a el por heredero.

vaderetrocordero dijo...

Pero esto es filosofía más que matemáticas! Una licenciada en ello me dijo que, después de tantos años de carrera, lo único que había sacado en claro es que era el arte de buscarle los cojones a la vaca. ¿U ordeñar al toro? Ah, no, eso salía en "El Gatopardo"!

Anónimo dijo...

EINSTEIN ERA UN MIERDA, TODO SE LO ESCRIBÍA SU MUJER Y LOS CIENTÍFICOS NAZIS QUE TENÍA ENCERRADOS EN LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN AMERICANOS QUE DIRIGÍA. VIVA LA CONSPIRANOIA (SI MOLA, ES CIERTO)

Anónimo dijo...

la primera parte no me ha quedado muy clara... ¿puedes adjuntar un gráfico? ¿El infinito es un ocho tumbado?

martin

Anónimo dijo...

El también científico, reputado neurofísico de hecho, John C. Lilly achacaba este tipo de sincronías y casualidades a la labor de la Oficina Terrestre de Control de Coincidencias, organismo suprarector y metomentodo cuya finalidad última era "hacernos evolucionar hacia el siguiente nivel", claramente identificable en tu historia con la parada de Plaza Cataluña.

Aunque tampoco creo se deba hacer mucho caso a un tipo se encerraba en tanques de privación sensorial y se ponía hasta las orejas de keta antes de zambullirse en la piscina para hablar con delfines; al fin y al cabo, él también lleva varios años "sumando nadas una tras otra" (!Madre de dios!).

Postmodern
Postmortem
Postillas

Anónimo dijo...

Aunque, bien visto, lo de tu texto no es tanto una coincidencia como una simetría. Una de gran magnitud.

Genuflecto.

NX dijo...

Anda ya!!!

la guardiana dijo...

joder! tendrias q haberte quedado o habertelo llevado contigo para que te explicara las mates de BUP!

Digo yo que llevara las mates en los genes no?