miércoles, 30 de mayo de 2007

La perra faldera

Soy alérgica al aire. Últimamente no me encontraba muy bien. Me ha tocado perseguir a los políticos durante toda la campaña, e iba detrás de ellos con la lengua fuera. El día que me di cuenta, me preocupé mucho, porque creí que me había convertido en un perrito faldero. Así que llamé a un médico, y le pedí cita. Quedamos en un taxi que me llevaba de un acto en la Vall d'Hebron a otro que se celebraba en la Barceloneta, y preguntó: ¿cómo haces pis? Le respondí que no tengo tiempo para hacer esas cosas aunque sean necesidades, y puso una cara como de que estoy realmente muy mal. "Bueno, estudiemos los síntomas", continuó él.

Le conté que llevo 24 días trabajando sin descanso, y que el tiempo se escurre entre mis piernas, y que a veces tropiezo con las horas y se me caen los minutos del bolsillo, y que siempre tengo mucha sed. "Ajá", exclamó cuando le dije eso de la sed. "¿Bebes de las fuentes y de los charcos?". Pues claro, respondí yo. Bebo de las fuentes de información y de los fregaos en los que se meten los candidatos. El doctor frunció el ceño, y repitió: ajá, ajá. A todo esto, ya estábamos en plaza Urquinaona y no quedaba mucho para llegar a mi destino. El cabecilla del PP celebraba una sardinada con los suyos.

"¿Has notado una presencia masiva de pelos?", intentó de nuevo el doctor. "He notado que todo me sale por los pelos", ladré yo. Y entonces él dio con la respuesta: "Mira, tu problema es que crees que eres un perrito faldero, pero ese es el síntoma principal de los alérgicos al aire. O sea, que eres alérgica al aire".

Joder, qué fuerte. De modo que no es que me ahogue por culpa del agobio, sino porque no puedo respirar aire. Tuve un pequeño colapso, allí dentro del taxi, y cuando conseguí reponerme, le pregunté al tío que qué solución tiene eso. Por lo visto hay varias opciones. Una es respirar helio, sólo útil si no te importa tener la voz de pito. Otra es tirarte a la gasa, que es la puta cuyo chulo es el gas. También puedes tirarte al mar, que está más bueno. Pero entonces hay muchas probabilidades de convertirte en sirena y, con el ruido que hacen, luego van y te denuncian por contaminación acústica. Vamos, que lo tengo mal.

Llegamos a la Barceloneta, y el perfume de las sardinas a la brasa me hizo recuperar el sentido. Tal vez pudiera sobrevivir gracias al monóxido de carbono, después de todo. Para hacerlas pasar por el gaznate, me tomé una cerveza, como siempre. Y entonces, ocurrió el milagro: en efecto, soy alérgica al aire. Pero la birra es mi antídoto, mucho mejor que la insulina y la leche de soja. La única putada es que, ahora que han acabado las elecciones, se comenta por ahí que mis crónicas parecen haber sido escritas por un borracho. Lo cual no les quita mérito, al contrario. Han vuelto a contratarme para los próximos comicios, previstos para dentro de cinco meses...

7 comentarios:

Mario Milagro dijo...

tu no me ves pero yo a ti si...

Roberto Rivadeneyra dijo...

Salud!

La cerveza era la bebida de los dioses para los egipcios. Oh, cebada.

Joyce dijo...

Mmmm... cerveza... qué rica... me gustan las rubias... las de culo frío...

Gwynette dijo...

Es que hay que ir un poco pimplado para oir lo que hay que oir..y dices que ibas a un acto de los del PP?..y encima con olor a sardinada!!.. espero que al menos te paguen bien ! :-)

Saludos de alcachofa

Alberto Ramos dijo...

Acabo de descubrir que "comicios" no tiene singular.

Churra dijo...

Oye y en esos comicios no podria acompañarte yo?...sardinas , cervezas , cronicas borrachas .
Quiero .
besazo

Mel Alcoholica dijo...

Os comunico a todos que estoy a punto de tirarme a la sidra. No es que me haya hecho lesbiana, es que la mala puta de mi nevera se ha tragado todas mis cervezas. No queda ni una!!!

Ante semejante drama y ante la imposibilidad de bajar a comprar más birras por culpa de un ataque grave de pereza, me dispongo a probar la sidra que alguien conocedor de mis vicios (pero no de mis costumbres) me envió a la redacción.

Os mantendré informados. Por cierto, he cambiado de look, porque Bacon se frió, y Picasso sigue vivo en nuestras narices.