sábado, 5 de septiembre de 2009

During that time (Colombo)




Diario de nuestro viaje por Sri Lanka en agosto de 2009 (traducción del catalán).

Colombo, 30 de julio de 2009
Hotel Hilton. En caso de atentado, somos susceptibles de contarnos entre las víctimas.
(nota posterior: irónicamente, el atentado tuvo lugar en Mallorca).

Los aviones de Srilankan Airlines son como los demás: tienen dos alas, y ventanas a ambos lados y tres filas de asientos. Nos tocó una de esas filas que están en medio del pasillo, al lado de una pareja de alemanes que no tenían ni puta idea de inglés y que seguramente trabajaban en una cadena de montaje y habían ganado un viaje a Negombo en un concurso de la televisión. Les ayudamos a rellenar los papeles del visado.

Las azafatas iban vestidas de srilankesas. Llevaban un vestido muy bonito que dejaba al descubierto sus michelines, y los ojos pintados de azul. Mi enchufe para los auriculares estaba estropeado y tuve que pasarme el viaje jugando al reversi contra el ordenador central HAL.

Salimos de Frankfurt a las 15h, hora europea. Mi amor sobre ruedas dijo que no podría dormir, pero se quedó dormido enseguida.

Unas filas por delante se sentó una niña que lloraba. No. Gritaba. Chillaba. Berreaba. La niña se pasó las 10 horas de viaje chillando, gritando, berreando y llorando sin parar. Le habría metido la cabeza en la taza del water y hubiera tirado de la cadena. Si el infierno existe, es un vuelo transoceánico lleno de niños histéricos que no te dejan dormir y encima hay turbulencias y no puedes mear porque los baños siempre están ocupados y apestan y te ha tocado sentarte al lado de uno de esos baños.

La niña chillaba y yo la habría tirado por la ventana. Mientras tanto, mi amor sobre ruedas dormía como un angelito.

Cuando estábamos a punto de llegar, el comandante nos anunció que intentaría aterrizar con delicadeza, pero que tuviéramos controladas las salidas de emergencia por si acaso. Fue muy alentador.

(escrito en el hotel Hilton, rodeada de señores con turbante, después de un agotador día por los barrios Fort y Petha de Colombo. No nos alojábamos aquí, pero necesitábamos imperiosamente una cerveza y aire acondicionado y las vistas a un jardín pijo con una tortuga extraña y una grulla que se comía un pez del estanque y se marcaba la forma del pez en su cuello largo mientras lo engullía, igual que en ese dibujo de El Principito que parece un sombrero pero que en realidad representa una serpiente que se ha zampado a un elefante).

3 comentarios:

Diamante dijo...

Te libras de los atentados cuando ocurren en tu ciudad...

vaderetrocordero dijo...

Dibújame un cordero...

Alberto Ramos dijo...

El mundo es un pañuelo: tú en Sri Lanka y yo en Salam Anka.