sábado, 8 de noviembre de 2008

Mañana será otro día

el meu sexe té la talla
dels teus llavis
i el temps és una farsa.
(Andreu Vidal)

Alguien ha estado aquí. Lo he notado nada más llegar, no sabría decir exactamente cómo. No recuerdo haber dejado este libro aquí, y allá, una carta cerrada. Sin embargo, es imposible, me digo. El cerrojo no estaba forzado y nunca me dejo la puerta abierta.

En el comedor, suena la música.

Una vez me enamoré de un chico porque era incapaz de apagar la torre de música, cuando se iba de su casa. Era incapaz de interrumpir un aria de Verdi, por ejemplo, o de permitir que Don Giovanni se salvara por culpa de un STOP, cuando lo mejor de esa ópera es el momento en el que él acepta su condición de donjuán, y se quema, machomán, en el infierno, junto a otras almas pecadoras.

Aquel chico era incapaz de cortar una canción por la mitad. Pero yo suelo apagar siempre el reproductor, cuando me voy, del mismo modo que apago las luces y miro unas 300 veces si la cocina también está apagada para que no salte todo por los aires en cuanto me vaya.

Por eso no sé quién ha podido poner esta canción.

Ha sido un hombre, sin duda. Lo entiendo al entrar al cuarto de baño: la tapa está levantada. Es un tópico porque es cierto: los hombres nacieron con una tara genética que provoca que no distingan entre "tapa de WC levantada" y "tapa de WC bajada".

Los tíos también se perdieron aquel capítulo de Barrio Sésamo en el que se explicaba la diferencia entre "dentro" y "fuera". En su defensa, cabe recordar que Coco nunca meaba ni se corría para explicar esta diferencia.

La cama estaba deshecha. Siempre hago la cama al levantarme.

En fin, un hombre ha entrado en mi casa, ha meado, se ha dejado la tapa del váter levantada, ha puesto una canción en el reproductor del comedor, ha dormido en mi cama y se ha largado. Y todo, en mi ausencia.

Me pregunto si me habré equivocado de casa. Tal vez no sea la mía, pienso en décimas de segundo. Tal vez ésta sea la casa de alguien muy parecido a mí, que vive en un lugar muy cercano al mío, y que tiene las mismas cosas que yo, mis mismas llaves. Puede que esté en la casa de mi doble masculino, que canta en vez de escribir, y se deja la música encendida cuando se va; un doble masculino que mea de pie.

He buscado más rastros, más pistas de mi doble masculino, pero no he encontrado nada. Lee mis mismos libros, se pone mis pañuelos y en el armario están sus faldas.

Entonces, he vuelto a ver la carta, ahí, en la mesa del recibidor. Me la he llevado al sofá, la he abierto con una cerveza y un cigarro. En ella pone: ...

Me he puesto de pie de un salto, con un nudo en la garganta, y he corrido al cuarto de baño, a la cocina, a la habitación. La canción, en el reproductor, decía: ... He buscado bajo la mesa del comedor, en lo alto de las estanterías, en cada uno de los cajones.

Los hay que son el último, o bien el primero. Hoy es otro día, y por eso él ya no está.

9 comentarios:

Argeseth dijo...

Y esas cartas que se quedan, hasta el último...
Salud.

38 grados dijo...

Qué bien que escribes.
Te lo digo de verdad.

Pi dijo...

Ay, Mel, Mel, qué lindo escribes y qué lindo lo que cuentas.

errante dijo...

no sólo escribes de puta madre, sino que cada día lo haces mejor.

Jorge Barreiro dijo...

Habría que rastrear esa huella de la cama .... En defensa de los tópicos citados, también es cierto que en pleno delirio de amor (esas 24 primeras horas)alguna, refiriéndose a su amor recién estrenado, ha comentado lo particular y bonita que era esa cruz que dejaba al pie de la taza ....

Anónimo dijo...

yo de mayor quiero escribir como tu...

Zittric dijo...

por más que trato de inspirarme, de sacar algo de alguna vivencia o de la de otro no logro escribir como tú...creo que alguna vez dijiste que escribías en un diario...se puede saber cuál?

SALUDOS

Chexpirit dijo...

Eres buena y lo peor es que lo sabes. Como esas chicas que son muy guapas y se les da muy bien serlo.

Mel Alcoholica dijo...

Mmmmm... estoy un poco abrumada por vuestros brindis. Muchas gracias. No sé qué decir. O sí. Voy a intentarlo.

Chexpirit: nunca fui la guapa de la clase, ni la musa de nadie. Por eso, como nadie me cantaba, decidí a ponerme a cantar yo (las cuarenta y todo lo demás).

Zittric: escribo crónicas en un diario, pero como no tiene nada que ver con esto, pues eso, prefiero mantenerlo al margen, sobre el papel de fregar suelos.

Anónimo: ¿mayor?

Jorge: nada provoca tanto una mentira como el amor, sobre todo si es sincero.

Errante: a escribir no se acaba de aprender nunca. Para bien o para mal, porque entonces dejaríamos de hacerlo.

Pi: lo que cuento es lindo ahora, pero tiene todas las de convertirse en una puta pesadilla.

38 grados: qracias, también te lo escribo de verdad.

Sharif: seguiré aquí. Me quedo. Hasta el último.

Lo importante no es tanto aquello que se escribe como lo que se leyó. Lo realemente difícil es aprender a leer. En todos los sentidos.