domingo, 3 de febrero de 2008

Desciende la cifra de muertos por habitante

Ayer fue el día de la marmota. El bicho es como los meteorólogos, que no da ni una, pero no importa: consigue máximos de audiencia y hasta le dedican películas en las que siempre pasa lo mismo, que es una manera de interpretar que nunca pasa nada.

No recuerdo qué hice ayer, ni si hice lo mismo que hace exactamente un año, supongo que no. Hice la marmota, eso sí, y estuve tumbada en el sofá viendo películas raras en las que un adolescente se deja lamer la polla para conseguir dinero, pero luego construye una casa con su padre enfermo terminal, y se enrolla con una chica en la ducha, cuyo novio se folla a su madre (la de la chica), quien, a su vez, se había acostado con el enfermo terminal antes de estar enfermo. Joder, y luego hablan de la huelga de guionistas.

Estuve pensando en mi propio guión, que también es bastante inverosímil. Porque siempre parece que tengan que ocurrir un montón de cosas, pero al final todo viene a ser más o menos lo mismo: mucha cerveza, muchos libros y un trabajo que me obliga a leer y a beber todavía más. Soy una catadora de existencias.

Lo cual me convierte en una promiscua y en una melalcohólica, cierto, pero también en una aventurera cuyo culo no logra mantenerse quieto. De ahí que la vida marmota me parezca una pollez y prefiera la vida de ornitorrinco tuerto con culo perfecto.

En un almuerzo extraño que nos dieron en un balneario, un fotógrafo me dijo: "Pero, ¿cómo te vas a ir a Montreal sin haber pasado antes por Líbano?". ¿Qué hacíamos en un balneario? ¿Por qué estaba comiendo junto a un fotógrafo? Eso es lo de menos; por mucho que meta mano en el origen de las cosas, el psicoanálisis no las resuelve. Sólo confunde todavía más aquello que es real y presente, y que el psicoanálisis se empeña en llamar consecuencia.

Estamos comiendo en un balneario con otros periodistas, he comentado en voz alta que en mayo quiero ir a Montreal, el fotógrafo ha dicho: "Beirut te encantará, ve antes de que estalle la guerra". Y el día que nací, me extirparon la capacidad para tomar decisiones.

Sin alma, sin piel, con el corazón hecho trizas y sin capacidad para decidir, puede que sea vulnerable. Pero también puede que sea libre.

"Me da miedo", contesté yo. Porque eso, es curioso, eso no lo he perdido. El miedo, para la libertad, representa una forma de dominio. Lo camuflan en un llamado "instinto de supervivencia", pero quienes lo hacen conocen el poder que ejerce la muerte en nuestras vidas. Inevitable, quieren hacernos creer que ellos determinan qué harán con ella.

Los religiosos prometen que pueden librarte de la muerte; los terroristas, que son ellos quienes deciden. Todos mienten. Y si no viviéramos siempre pendientes de la muerte y de quien la ejercita y se la trabaja, tal vez podríamos quitarnos el miedo y la culpa de encima.

El otro día me pareció leer el titular: "La cifra de muertes por habitante desciende en Navarra".

Incluso los científicos, acostumbrados a demostrarlo todo, cuando ya no pueden ir más allá, le ponen un par de mayúsculas al tema y lo llaman Más Allá. Hay que creer en algo para seguir adelante. Pero es que yo ni siquiera soy escéptica. Tampoco nihilista. Son palabras demasiado grandilocuentes y me pegan menos que un bolso de la marca Tous.

Ignoro exactamente qué quiero decir. Berlín, Irlanda, Montreal, Beirut, o Gambia en barco con un patrón ciego y un pintor y dos bomberos. De repente se abre una geografía de posibilidades que me hacen sentir todavía más inútil ante por mi incapacidad.

Inválida de decisión, solicito ayuda. Cualquier cosa antes que quedarme aquí, viendo como cada día se convierte en el día de la marmota.

17 comentarios:

humo dijo...

A Beirut ya ha ido varias veces Maruja Torres y no parece haberle beneficiado gran cosa.
Montreal está más lejos.
Irlanda más cerca.
Berlín es la capital de todo el que ha pasado por allí.
Gambia es la incógnita.
Tú misma, bien mío.

Alberto Ramos dijo...

Podrías ir a Punxsutawney, o como se escriba, y hacer un marmitako de marmota.

beizabel dijo...

Vayas donde vayas llevate el portátil nena, y que haya conexión.
Chin chin chata.

Pi dijo...

Y la llorera gilipollas que me pegué con la el cine on del terminal, no veas tú. Para que al final le ragale la casa a la de la caravana, qué pendejo, madre mía.

Sobr etus viajes... no sé. El otro día me llegó un vídeo de promoción de turismo de colombia, mi país, precioso. Y más precioso aún el slogan: "el riesgo es querdarse". Efectivo. Aplicándolo a tu situación, yo sólo te digo que el destino da igual: el riesgo es que te vas contigo misma, y eso incluye el equipaje que ahora te pesa tanto.
Un abrazo!

errante dijo...

yo me iría a Berlín, pero yo sé muy pocas cosas

Patrice dijo...

Yo me iría a Estados Unidos. Nueva York o San Francisco.
No hay duda.

Don Peperomio dijo...

http://es.noticias.yahoo.com/afp/20080204/tod-eeuu-clima-f62056d_1.html

Saludos...

Anónimo dijo...

Es cierto, los navarros morimos menos veces. Pero el titular es engañoso (como todo lo que sea titular): Amortizamos, sí, pero al precio de vivir amoratados, amortajados y amortiguados.

Detecto otro error de planteamiento en tu post: no se viaja para huir sino para llegar. El viaje por evasión siempre termina mal, o mira todas las pelis de fugas carcelarias donde al prota, paradojicamente, siempre le acaban dando pasaporte.

No te molestes, ya decido yo. Y decido ser tu Rigodón, que en el original se llamaba Passepartout. Y un passepartout no es un pasaporte, sino el marco que envuelve y embellece la foto.

Una foto OFF TOPIC como esta, por ejemplo:
http://franciscofrechina.f2g.net/imagenes/sancarlos.jpg
o una foto del interior de tu trampilla.
Tú cata, que yo te escancio.

Anónimo dijo...

Por cierto, para verle el careto a Beirut no te hace falta volar por los aires, basta con ir al cine y ver CARA-mel.

Anónimo dijo...

wooops, juro que no había visto ese link, martín.

David dijo...

¿Y cuál es el día opuesto al día de la marmota? Vayas adonde vayas, espero que lo encuentres. Saludos.

Diamante dijo...

Yo me morí

vaderetrocordero dijo...

Poca ficción hay aquí. Me gusta.
Yo los suelo llamar "días miserables". Afortunadamente no tengo muchos últimamente.

Yo votaría por la intensidad. Vete a Montreal hasta que estalle la guerra. Y cuando lo haga, vete a Beirut. Es lo que yo haría, pese al miedo. Con un poco de suerte, es lo que haré algún día. Porque vivir con miedo es una mierda. Ve allí, y que te maten el miedo.

el llamado perdido dijo...

No sé cómo tendrás el cuerpo para viajes, pero quizá lo mejor que puedes hacer es recorrértelos todos. Ve primero a Berlín y una vez allí, decides si efectivamente es la capital que te merece, como dice HUMO, o si por el contrario, prefieres seguir con la aventura. No te preocupes, he pensado en el tema de la pasta, y es por eso que te he dicho que vayas primero a Berlín. Hasta allí es relativamente barato volar y además, hay muchos bancos ricos y pobres viejecitos indefensos a quien robar.
De todas formas, acuérdate de no caer en el vicio de la marmota tan pronto como te acostumbres. Suele ocurrir que se tiene en los genes o en el tuétano asimilado.

Anónimo dijo...

Sólo me gusta la gente que no escribe bien. Sólo me interesa la gente a la que se le escapa lo que piensa y nos es capaz de vehicularlo en palabras (escritas -grafía-). Las personas que escribís, y lo hacéis regular, no vivís en el mundo de los que hablamos. Pero no sóis ni Rabelais, ni Rimbaud, ni La Rochelle, ni ningún grande francés cuyo nombre empiece por R. Vamos, dejad de escribir de una vez.

Anónimo dijo...

Jojojo! Anónimo, te delata la hora de tu comentario y tu obsesión afrancesada por las R.

Los belgas también te quieren, con esa regularidad que les reprochas.

Anónimo dijo...

El tecleo de madrugada no es exclusivo de mi persona, y a cualquiera le hacen gracia las erres. No obstante, a mí sólo me delata mi servil devoción por los escritores fascistas fraceses, ningún lector de este blog sabe de qué hablo, puedes llamarme Gilles en lo sucesivo. Reverencia y hasta luego, amiga.