miércoles, 21 de julio de 2010

Proyecto Hotel Colón

Bueno, ésta es la típica historia de dos familias más o menos felices en las que el padre de la familia A se enamora de la irresponsable novia de la familia B. Y viceversa, claro. El mundo se viene abajo, aunque ellos hacen  lo posible por evitarlo. Mejor dicho: la irresponsable novia de la familia B hace todo lo posible.

Primero no contesta a los e-mails del padre de la familia A. Intenta rebajar a tópicos cada una de sus ardorosas palabras de amor (algo por otra parte relativamente sencillo, porque no hay nada más manido y cursi que el enamoramiento y todo eso). Y, por primera vez en su puta vida, piensa en las consecuencias.

Finalmente, transcurridas algunas semanas, accede a quedar con él. Lo hace justo antes de tomar un avión, con el tiempo justo para que se vean por segunda vez en sus vidas. Ella, a quien vamos a llamar Irresponsable a secas, sabe que esa cita fugaz determinará sus sentimientos. Él, a quien llamaremos Tecla Negra, acude raudo a la cita, también necesitaba verla. Y le cuenta, para ella sin sorpresa, que justamente aquella noche soñó que quedarían.

Una mirada dice más que mil palabras, así que ya los tenemos follando de puro anhelo sin siquiera rozarse, sentados en la terraza de un bar, tomando él coca-cola, ella una cerveza, rodeados de personas que ignoran que están presenciando el jodido fin del mundo.

La Irresponsable no es tan irresponsable como parece. Está enamorada, lo daría todo por Tecla Negra, pero sabe que en casa las cosas no van del todo bien con su Amor Sobre Ruedas. Últimamente ambos andan un poco apáticos. Él hace pasteles de zanahoria para consolarse, y ella ahoga su agotamiento emocional en los libros y en la tele. Un arrebato peliculero como el que siente por Tecla Negra sólo puede responder a la necesidad que tiene por huir de su propia vida.

La Irresponsable, además, ha conocido antes a algún que otro padre de familia y ya sabe cómo van las cosas: el tío se emociona porque vuelve a sentirse deseado, se halla ante la oportunidad de regresar a una vida sin compromisos ni complicaciones, salta feliz y aparentemente seguro. Mejor dicho: salta seguro sin duda, porque aunque lo esté haciendo todo contra su familia, su familia le hará de red. Este tipo de persona necesita que haya alguien ahí para recogerle, ya sea en la aventura o en la tranquilidad, en la locura o en la sensatez. Al final le acecha la culpa y se arrepiente.

Por eso, sentados en un restaurante griego y desesperados durante una cena, La Irresponsable le propone a Tecla Negra que sean amantes. Lo hace con un croquis dibujado en un bloc de notas: pros y contras de juntarse oficialmente; pros y contras de llevar una doble vida. Por lo menos, hasta que las cosas se aclaren, nada es más confuso y equívoco que la precipitación.

Tecla Negra flipa. Dice que ninguna mujer le ha propuesto nada semejante. Añade que, de todos modos, no puede aceptar la oferta, eso pudrirías las tres relaciones: la suya con su esposa, la de la Irresponsable con su Amor Sobre Ruedas, y la de ellos dos. La Irresponsable responde que cualquier alternativa al Proyecto Hotel Colón (así ha bautizado ella el croquis) es letal. Tecla Negra dice que quiere ir con ella hasta el final, que los cinco lo pasarán mal, pero que valdrá la pena. Que tiene que intentarlo. Que lo que siente por ella es demasiado fuerte, demasiado sincero, que quiere que pasen juntos el resto de sus vidas, que lo único que le hace respirar es saber que formarán una nueva familia, que no quiere mentiras. Si hubiera algo de cierto en el deseo.

Un mes más tarde, han dado la noticia. Las consecuencias son mucho peores de lo que la Irresponsable había previsto. Ambos han recibido mensajes amenazadores de sus consortes. Es decir: ella de la mujer de Tecla Negra; él, del Amor Sobre Ruedas. No, amenazadores no es la palabra. Los mensajes que han recibido son incrédulos, rabiosos, angustiados, descolocados. Igual que cuando estás ante una catástrofe, supongo: la hecatombe te vacía por dentro y sólo puedes gritar, sin saber cómo canalizar una emoción tan dolorosa e inabarcable. Un desgarro inmenso.

La Irresponsable y Tecla Negra lo pasan mal. Querían mucho a las personas a las que han dejado, pero estaban enfermos. Enamorarse es una enfermedad, un cáncer terminal. Lloran por las noches. Intentan animarse mutuamente, sin éxito. Los atormenta la impresión de que merecen sentirse culpables. Las circunstancias no ayudan: La Irresponsable tiene que pasar un mes y medio fuera, Tecla Negra se vuelca en su hija para que, por lo menos ella, no tenga nada que reprocharle. Se distancian. Están tan cansados y tan tristes que ni siquiera se dan cuenta.

La Irresponsable siente que ha pasado de construir algo a destruirlo todo.

La cotidianidad no da tregua. De vez en cuando, el Amor Sobre Ruedas aparece para recordarle a La Irresponsable que está ahí para lo que sea. La Irresponsable se lo cree y volvería a la tranquilidad de sus brazos, esa felicidad absurda de los pasteles de zanahoria, paseos en bicicleta hasta la playa, discusiones estúpidas camino de Madrid. Pero piensa que, si cayera en la tentación, sería irresponsable dos veces. Un día es su propio Amor Sobre Ruedas quien le propone, con otro nombre, el Proyecto Hotel Colón.

Ella lo rechaza. No es eso lo que quiere.

El final de esta historia se ve venir desde el principio. Pongamos que Tecla Negra y La Irresponsable han dejado de hablarse poco a poco. No soportarían el odio hacia ellos mismos, de modo que han ido vistiendo al otro de características que en realidad detestan y han ido justificando su rechazo con mil manías. Ésta es la versión oficial. La oficiosa es que él, o ha vuelto con su mujer, o tiene una nueva amante, que no soy tonta. Y debe de sentirse dos veces culpable. Como diría mi padre: ¿por qué crees que se iba a comprometer contigo si no fue capaz ni de comprometerse con su matrimonio?

Fue una tarde, tras la enésima discusión, cuando quiso acompañarme a comprar un bikini. Le puso pegas a todo. Le dije que cualquiera de mis ex se habría puesto enfermo con sólo imaginarme con eso. Hablamos, me culpó de todo. Era yo quien le tenía manía a él, era yo quien no había resuelto lo mío con mi Amor Sobre Ruedas, era yo quien le hacía sentir inseguro.

Luego recapacitó. Y fue peor. Porque cuando se hizo cargo de la situación, cuando admitió que ya no estaba enamorado de mí, cuando dijo que no sabía qué había pasado pero que necesitaba estar solo, entonces me sentí más frustrada todavía. Como una jugadora que no quería jugárselo todo, que lo hizo porque apostó por quien le recomendó que se arriesgara. Y que perdió.

La peor parte de haber apostado es que, cuando pierdes, es demasiado tarde. Mi Amor Sobre Ruedas intentó ayudarme, pero la cagó, hizo que me sintiera todavía más miserable. Aunque no lo sepa, aún me guarda rencor. Es normal. Ahora tiene su vida montada, como es lógico y, si sigue los pasos del resto de mis ex, acabará casándose con su chica nueva, a quien llamaremos Pija Insoportable.

Tecla Negra me evita para no tener que ver en mis ojos el reflejo de la decepción. Su mejor frase fue hace un par de días: "¿De verdad crees que no volveré a querer estar contigo?".

La Irresponsable sólo piensa: y yo qué.

Mañana voy a San Francisco. Allí me espera mi amiga La Loca. Lo he perdido todo y ni siquiera ha valido la pena. Me gustaría ilusionarme, tener ganas de yo qué sé. Seguro que, a la larga, sacaré algo positivo de todo esto. Ahora mismo no se me ocurre nada.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya... Pásalo bien en la ciudad de Alcatraz... Besos de vencejo...

Pascu dijo...

A la que llamas irresponsable, yo la llamaría valiente. Hay quienes se aferran a las relaciones hasta que no son más que cadáveres, recuerdos de una relación. Al reventar su relación sobre ruedas, la irresponsable fue consecuente con sus sentimientos, y honrada, por no tener a un novio confiado de apellido Victorino.
Vamos, admirable para lo que se despacha por ahí.
Lo malo de hacer lo correcto es que te quedas siempre insatisfecho.

vaderetrocordero dijo...

¿Estás segura de que no funcionas mejor sola? Siempre parecen tipos complicados, tus ex. Quizá hayas perdido vuestra vida, pero has recuperado la tuya.

Lo peor de las relaciones es creer que estás construyendo algo, cuando en realidad ya está todo hecho. A mí me funciona bastante bien plantearlo como relaciones contractuales a plazo fijo. La mía con la Niña Fatal, ambos lo sabemos, tiene de plazo hasta que su reloj biológico (tictactictac) le diga que ha llegado la hora de criar. Hasta entonces, viva la vida.

Anónimo dijo...

Unas buenas vacaciones y como nueva.
Hace tiempo yo trabajaba con una tía rubia. Se fue porque consiguió un trabajo de puta madre. Tenía líos constantes. A mí me divertía escuchar sus historias. Me parecía increíble que alguien pudiera enamorarse y desenamorarse a la misma velocidad. Pero me alegraba ver que siempre encontraba una razón que la dejaba volver a reír y volver a creer... Supongo que ahora andará buscando esa razón y estoy segura que también la encontrará.

missamericanpie dijo...

Seguro que si te das una vuelta por Berkeley aparece una tirita emocional que te saca alguna sonrisa, y puede que incluso carcajadas.
Qué Irresponsable tan consecuente, por otra parte.

Zittric dijo...

Una Tecla Negra, con una Irresponsable, con un Amor Sobre Ruedas...esto me suena a ambiente de bar de copas, copas por toda una larga noche, con tremenda resaca al otro día...que mejor remedio para tremenda revoltura que una vuelta por San Francisco, al otro lado del mundo.

SALUD!

TIPO CON CHAQUETA dijo...

Mel Alcoholica said...

Vaya, vaya, así que vosotros también conocéis a Moncho. Pues decidle que, si se fue a comprar tabaco, el tabaco no mata, que mi abuela tiene 86 años y fuma y fuma y fuma y está como una rosa. En otras palabras:
que dé señales de vida!
19 January 2007 19:19

Mario Milagro said...

Si, Melalcohólica, conocemos a Moncho, por supuesto... es un tipo enjuto, revestido de una chaqueta de pana y oculto tras una infranqueable barrera de barba. Mide más de quince pies y lleva un parche en el ojo que le confiere un aspecto maléfico. Suele comer galletas saladas con la boca abierta en los lugares más inesperados y gusta de escribir en blogs ajenos a falta de uno propio que se solidifique. Hay quien afirma que salió de repartidor en un capítulo de Médico de Familia, pero yo no me lo creo...
20 January 2007 21:47

humo dijo...

No voy a releerlo, porque no quiero que se me pase la emoción que he sentido al ver cómo pasabas de la tercera a la primera persona: estilísticamente es de lo mejorcito que he leído en los últimos meses.
no quiero entrar en si el resto (la historia en sí, el ritmo, los detalles que sitúan en el mismísimo suelo a los personajes)es bueno o malo, sino quedarme con esa chispa, ese quiebro, esa debilidad asumida y comunicada con generosidad.
A lo mejor sólo estoy elucubrando, pero la emoción es real.