viernes, 9 de octubre de 2009

El horno eléctrico


Nick Cave & Pj Harvey - Henry Lee

naama|MySpace Videos



Escucho a PJ Harvey y leo La mujer en silencio, de Janet Malcolm. Doy un trago largo a mi cerveza, y cuando levanto la mirada, ahí está Sylvia Plath. Sale de la cocina y está cabreada. Tiene mi edad. Qué coño, es un año más joven que yo, pero con ese flequillo horrible parece mayor. Lleva una camisa de leñador que le llega por las rodillas y se deja caer a mi lado, en el sofá. Me ofrece un cigarrillo. Lo rechazo, últimamente toso mucho. Creo que tengo tuberculosis, la enfermedad de los poetas. Pero seamos sinceros, en realidad la mayoría de artistas morían de gripe común, no de tuberculosis. En fin, encima no vamos a darle aún más prestigio a la gripe A.

"Oye", dice, "tu horno es eléctrico".

Me encojo de hombros.

Nos quedamos un rato en silencio, hasta que señala el libro con un gesto de cabeza, alza las cejas: "¿Qué te parece? ¿Te crees una sola palabra de esa sarta de sandeces?", resopla. "Te pasas la vida escribiendo poesía, destripas tus propios sentimientos, intentas reventar con ellos y luego lo tergiversan todo, se quedan con las rabietas de mamá, los celos de tu cuñada, la cobardía de tu ex".

Le pregunto cómo era Ted Hughes, no sé, para ver si se le pasa el enfado. "Lo pone ahí, ¿no?", contesta secamente. Expulsa el humo con parsimonia. Y me recuerda, no sé por qué, a esas mujeres americanas que salen en las películas ambientadas en los cincuenta que llevan diadema y viven en casitas blancas con porche, plantas y una mecedora. Suena la voz rota de To Bring You My Love.

Me sorprendo preguntándome cómo llamarla. ¿Sylvia? ¿Así, a secas? Es un poco fuerte. A ella le parece normal estar sentada a mi lado, en el sofá sin decir nada, mientras miramos nuestro reflejo en la ventana, bajo la lámpara de pie también recortada en el cristal. Oscurece y el cielo se tiñe de añil.

Le pregunto por Herta Müller; yo qué sé, para iniciar una conversación o algo, esta visita me ha pillado desprevenida. Hasta ayer, no tenía ni puta idea de quién es la Müller esta, tal vez ella tenga una opinión formada. Se vuelve hacia mí con cara de "qué coño me estás contando". Luego suspira profundamente. Espero que no haya venido a darme lecciones de nada, no estoy para rollos morales; ya sé que la gente no lee, que nadie escribe lo que debería, que el mundo está lleno de mierda, que los intereses, la economía y la política. Pero ella no se mató por lo que había afuera, sino por lo que llevaba dentro.

Su hijo también se suicidó. Se colgó en Alaska hace unos meses. Pobre desgraciado. Un día te levantas y tu madre te ha dejado el desayuno preparado junto a la cama, ha precintado la puerta de la habitación para que no se cuele el gas y te despierte... o no te despiertes nunca más. Cuarenta y seis años después, te anudas una soga al cuello. Me temo que éste tampoco es un buen tema de conversación.

Sylvia Plath, Anne Sexton, Virginia Woolf. Quizá para ser una escritora reconocida tienes que dejar un bonito cadáver, tienes que ser un poco Kurt Cobain.

Me siento insistente y fea como Courtney Love.

También me siento un poco estúpida: Sylvia Plath está en mi casa y no sé qué puedo ofrecerle. ¿Tal vez una cerveza? Responde: no, gracias. Y me dedica una sonrisa espléndida.

De repente, es como si estuviera con mi mejor amiga. Me vienen ganas de preguntarle qué tal con el chico éste, que si folla bien y tal, que si cree que van a durar juntos. Ojalá me respondiera que el tío le ha regalado un cepillo de dientes para que pueda quedarse a dormir en su casa siempre que quiera. Entonces chillaríamos las dos, hostia, qué heavy, ¿y qué cara has puesto?

Pienso inconscientemente, rápidamente, que la fuerte ha sido ella, Sylvia. De algún modo, hizo que Ted Hughes destruyera el diario en el que contaba su historia juntos. Él la dejó por Assia Wevill, que nunca tuvo claro si prefería ser musa o vate. Cualquiera de las opciones se lo ponía difícil: como poeta, su rival era imbatible; como musa tampoco tenía nada que hacer. Imitó a Plath hasta el final: metió la cabeza en el horno. A diferencia de ella, después de muerta desapareció casi del todo. Y sin ella, probablemente no existiría.

Sylvia es una cabrona. Hay quien sostiene que Anne Sexton se quitó la vida porque Plath se le había adelantado. "Esa muerte era mía", dicen que dijo. Ambas fueron alumnas de Robert Lowell, pero no sé si eso tendrá algo que ver.

Plath se cargó indirectamente los diarios que la relacionaban con Hughes, acabó con sus rivales. Años después, se llevó consigo a su ex, y su hijo siguió sus pasos. La relación entre los factores de esta enumeración es tan débil como arrebatadora e inevitable resulta la muerte: acabamos todos en el mismo agujero. De todos modos, pensar que ella provocó esta masacre queda romántico. Muy gótico.

"Sírveme un Martini, ¿quieres?", suelta, y su retintín imperativo me recuerda a mi abuela. "Sólo tengo whisky", respondo por joder. "Pues un whisky con hielo", resuelve. Tengo la impresión de que su cigarro no se consume nunca.

PJ Harvey y Nick Cave cantan Henry Lee. Estoy en la cocina, y mientras doblo la cubitera para que los cubitos salten dentro de un vaso ancho, me pregunto a qué habrá venido. Uno de los cubitos cae al suelo. Lo recojo con el pulgar y el índice, y dejo que se deshaga en el fregadero.

Por fin sé que todo irá bien. Nos pasaremos la noche contándonos cosas que podrían ser poéticas, plathéticas, si así lo queremos; cotidianas, si así nos lo piden el alcohol y el cuerpo. Hablaremos, reiremos y escucharemos música hasta quedarnos dormidas. Nos sentiremos vivas.

Suena Good Fortune.

Me alegro de tener un horno eléctrico.

9 comentarios:

Argeseth dijo...

Muy bueno, salud!

Alberto Ramos dijo...

Esta mañana, desayunando, he descubierto en el armario del comedor un libro de Sylvia Plath. Puedo jurar que ayer no estaba ahí.

Anónimo dijo...

Me encanta Nick Cave y PJ Harvey. De ella tengo toda su discografía. ¡Ah! También me gusta Nirvana. Si coincidimos en los gustos musicales, --¿te gusta El Niño Gusano, Joe Crepusculo o Sonic Youth?--, también coincidimos en el horno, el mío es eléctrico. Lamentablemente, de las escritoras sólo conozco a Virginia Woolf, pero no he leído nada de ella.
En fin, que me ha gustado mucho tu historia.

vaderetrocordero dijo...

He llegado al detalle del horno eléctrico cuando se me ha ocurrido pensar: "Gas! He aquí una forma tranquila de matarme! Lastima que mi horno sea..."

Creo que la ínfima cantidad de tranquilizantes que me han recetado no bastaría. Maldición!

Anónimo dijo...

Hola que tal, soy Angel Sanz , Si le interesa poner anuncios de texto en tus blogs.
Puedes ganar hasta 50 euros por cada blog o web.

Nuestra empresa le asegura enviarle sus pagos de diferentes maneras: Transferencia bancaria,wester union,paypal,moneygram. Los pagos son mensuales.

Usted solamente debe colocar los enlaces en los post de su blog y listo ya comenzara a ganar dinero.
Cualquier interesado enviarnos sus blogs, para poder revisarlos. Este es uno bueno

Un Saludo cordial.
Angel Sanz
tel : (+34) 691 533 734 // Valencia,ESPAÑA Prefijo de España (34)

Para mas información puedes contactarme por correo o chat:

angelsanz.comercial@hotmail.com

Puedes contactar por facebook si quieres :

angelsanz.comercial@hotmail.com


Tambien tenemos un sistema de referidos , que ganas una comision mensual
Por cada sitio/blog recibira una comision hasta de 7.5 euros mensuales.

Bambu dijo...

Las visitas inesperadas son las mejores

Ver Aldorso dijo...

Angel Sanz, cómprate un horno de gas y utilízalo, qué triste vida la del comercial de publi en blogs mediante posts como este.

Unknown dijo...

Las musas, al igual que los hornos, pueden funcionar a electricidad o a gas. Las tuyas, en cualquier caso, parecen funcionar estupendamente. Saludos.

humo dijo...

Ahora resulta que me visitas y no dejas ni tarjeta, ni una miserable nota para que me entere.
Haces que me sienta un poco tonta, lo cual es bueno, teniendo en cuenta que la mayoría del tiempo me siento una genio incomprendida (sin motivo ni fundamento).
Besos