viernes, 19 de septiembre de 2008

Habitación 104

Me ha costado entender de dónde salía aquella música.

Estoy en una cama. Entonces, lo que suena es un despertador. No reconozco la melodía. Por lo tanto, no estoy en mi cama.

A mi lado hay un cuerpo, pero de quién.

El sábado me desperté junto a un abogado. Prometió que no me pondría una mano encima, y cumplió su promesa. Abrí los ojos, y vi su sonrisa, y me besó en la boca y eso fue todo. Un beso tierno. "Tierno" es una palabra cutre. Luego me levanté, me duché en su ducha perfecta. Es un tipo peculiar que plancha la ropa justo después de hacer la colada. Tiene la casa ordenada y nueva; fotos de su hermana, del novio de su hermana, fotos de su papá y su mamá.

Pero esta mañana no estaba en la cama de aquel abogado, porque no he vuelto a verlo desde el sábado.

El martes amanecí en un colchón, en el suelo de un despacho que en realidad es el picadero de un corresponsal de guerra. Habíamos pasado la noche bebiendo whisky en las terrazas. Él me hablaba de muertos. Los muertos, cuando se pudren, se ponen negros. Y alguien que no esté acostumbrado a verlos, como esos bobos soldadados yankies, cree que están quemados, pero no; simplemente están podridos. Huelen mal.

Eso me contaba el corresponsal, y brindábamos por la vida, hasta que nos echaron de las terrazas y él dijo: "tengo más whisky en casa". Y me enseñó las fotos de esos lugares donde suena el silbido de las bombas, también los vídeos de los países devastados, turistas rusos, fotos de sus amigos. Y a las cinco dije: "me voy". Me puse la chaqueta, cogí el bolso, preguntó si quería que llamara a un taxi, respondí que no hacía falta, ya pasaría alguno. Nos besamos en las mejillas. Incluso llegamos a abrir la puerta. Pero no me fui.

Hoy ese corresponsal estará en algún pueblo de nombre impronunciable. No morirá, porque es un tío con suerte; no se pudrirá al sol en una cuneta ni se pondrá negro ni olerá mal.

No, esta mañana tampoco estaba en su colchón.

Me he incorporado un poco, y a mi lado no había un cuerpo, sino dos. Me ha dado un ataque de risa. Entre mi amiga La Loca y yo, estaba tumbado y medio desnudo ese cantante al que he mencionado alguna vez que, al oírme reír, ha dicho: "No pienses mal, aún llevas los pantalones puestos".

Siempre que mi amiga La Loca y yo acabamos en la casa donde se aloja ese cantante (hoy era un hotel), me quedo dormida. Soy la peor groupie del mundo.

Anoche recorrimos los bares, La Loca, el cantante, Leididí y yo. Hablábamos sobre todo y de nada. Y La Loca, en la plaça dels Àngels, le pidió prestado el skate a un tipo que pasaba por ahí. No sabía que La Loca supiera mantener el equilibrio. Y estaba a punto de decir esto mismo en voz alta, cuando La Loca se cayó sobre un charco y se manchó la camisa.

El cantante se ofreció a prestarle una sudadera, por eso la invitó a su hotel. Y sé que en ese momento Leididí y yo tendríamos que habernos largado. Pero entonces ya estaba enamorada y borracha, y sólo se me ocurrió una manera de huir de aquel sentimiento chinarro. Tomé prestada la bicicleta de Leididí y salí corriendo. O rodando.

Cuando volví, habían desaparecido. Estuve dando vueltas por el Raval, buscándolos. No podía llamar a La Loca porque se había dejado el móvil en casa. No podía llamar a Leididí porque no tengo su teléfono. Llamé a su ex, serían las tres de la madrugada: "Hola, que estoy en la bici de tu exnovia, pero no tengo el candado y no puedo dejarla en ningún sitio; sé que ella está por una de estas calles, pero no sé cuál, ¿podrías avisarla, por favor?".

Y él: "A estas horas estará durmiendo".
Y yo: "Que no, que estaba con ella, La Loca y el cantante, y los he perdido".
Y él: "Será groupie, la tía, o sea que por un famoso sí que se queda hasta tarde. Dile que es un chocho baboso".

En ese preciso momento, La Loca, Leididí y el cantante aparecieron por una esquina. Le comuniqué a Leididí: "Dice tu ex que eres un chocho baboso".

Subimos al hotel, una habitación fea y fashion sin minibar. Habíamos comprado latas de cervesabier a los moros de Tallers, y me tiré por la ventana para apaciguar ese amor imposible que de pronto me había asaltado. La felicidad al descubrir que el hombre de tu vida existe se convierte en un dolor insoportable cuando comprendes que no formará parte de ella.

Me tiré por la ventana de la habitación del hotel. La ventana estaba a medio metro del suelo.

Caminé descalza sobre unas piedras blancas que hay en un especie de patio de luces sin luz.

Luego volví al cuarto, habitación 104. Me tumbé en la cama. La Loca entonaba ya los éxitos del cantante y él, mientras tanto, tocaba la guitarra.

"No desayunaré para que podáis desayunar vosotras", me ha dicho él esta mañana. Total, la habitación está pagada. Se ha duchado y se ha ido a Zaragoza. Serían las siete y media. La Loca dormía al otro extremo de la cama. Ni idea de dónde se metió Leididí.

Una hora más tarde, La Loca y yo hemos bajado a desayunar. El bar era tan feo y tan fashion como la habitación. Ella se ha acercado allí donde están las frutas y, antes de coger una pera, se ha topado con uno de los músicos del cantante. Se han saludado, y luego él se ha dado la vuelta disimuladamente, para corroborar algo que total ya sospechaba. Pero no.

Me ha visto a mí.

Seguramente ahora creerá algo que en realidad no ha ocurrido. Pero qué más da. Para qué joderle la leyenda.

9 comentarios:

Diamante dijo...

Jjejejeje, menudas fiestas.

Parece que la muerte de David Foster Wallace lo merecía

Alberto Ramos dijo...

Contada por ti, la realidad (o lo que sea) es superior a la leyenda.

Conclusión: que se joda la leyenda.

Anónimo dijo...

Jajaja, no recordaba por qué tenía que entrar aquí... y me encuentro con esto. Ya lo dice AL, si tuviera que guiarme por la óptica tamizada que aplicas a las cosas, te imaginaría con gafas de rayos equis y estrabismo divergente.

Por cierto (y disculpa el OFF TOPIC) ¿has visto esto? ¿Se apuntará Monzó?:

http://es.youtube.com/watch?v=G_jBFbCCleY

hell agus dijo...

"La felicidad al descubrir que el hombre de tu vida existe se convierte en un dolor insoportable cuando comprendes que no formará parte de ella."
Al contrario que otras, esta historia tiene demasiada "RealidaD", eso, o que me han hecho daño los callos de anoche.
De nuevo bienvenida...
Saludos

hell agus dijo...

"La felicidad al descubrir que el hombre de tu vida existe se convierte en un dolor insoportable cuando comprendes que no formará parte de ella."
Al contrario que otras, esta historia tiene demasiada "RealidaD", eso, o que me han hecho daño los callos de anoche.
De nuevo bienvenida...
Saludos

Calvin dijo...

Me encanta.

Pi dijo...

¿Era cardhu el whisky del corresponsal de guerra? la marquita tiene su aquel...

Zittric dijo...

OOOHHH...tremenda leyenda urbana...pero alguna vez esas leyendas fueron realidad...Y CUANTA REALIDAD...JEJEJEJEJEJE

SALUDOS

humo dijo...

No hay más que ponerse: una cuenta las cosas que le pasan por orden cronológico y salen cosas tan raras como este post.
Por cierto, yo esta mañana, cuando iba al mercado, me encontré con una de mis amigas y...
(Uf, me parece que no es sólo eso).