jueves, 18 de septiembre de 2008

Atascada

Los fontaneros han venido a desatascar las tuberías. No es una metáfora. Los oigo a mis espaldas, dicen "vaya mierda de vida". Y su muelle, o su cable, o lo que sea, arranca cosas que no deberían estar ahí.

Pelo de japonesa de película de terror, y también uno de esos calcetines desparejados que ya dábamos por perdidos para siempre y, un momento, "¿por qué hay comida en tus tuberías del cuarto de baño?", preguntan. Y yo los miro con ojos de pez, no tengo ni puta idea. Intento recordar si comí spaghetti en la bañera alguna vez.

De vez en cuando, dejan correr el agua. Y parece que todo va bien. Pero entonces, mi casa regurgita o eructa, y lo saca todo como un niño pequeño o un borracho. Una pasta amarilla y asquerosa. "Al tubo le falta aire", dice el fontanero. Pienso que mi casa tiene problemas digestivos, ¿tal vez una úlcera? La pobre. Intenta respirar y tragar al mismo tiempo, y de repente tose, escupe, vomita.

"Nunca más detergente en polvo, ¿me entiende, señora?". El fontanero dice que el detergente en polvo es veneno. Se convierte en pegamento. Envía a su compañero, gordo como él, a comprar salfumán; él, mientras tanto, vuelve a meter el muelle por el agujero. Saca mi alma y exclama: "Pero, ¿qué hace esto aquí?".

Se me coló hace tanto tiempo por el desagüe de la bañera, que ya no recordaba la pinta que tenía. Mi alma está arrugada, hecha un guiñapo, impregnada de esa pasta amarilla y asquerosa en la que se convierte el detergente en polvo.

Ahora cómo me pongo esto. No puedo lavarla, puesto que no puedo utilizar la lavadora, ya que las tuberías están atascadas. Bueno, me digo, he vivido muy bien sin ella hasta ahora. Pero el fontanero me mira con cierto desprecio, cómo voy a abandonar mi alma así, ahora que él la ha encontrado.

Sonrío tímidamente, y la guardo en la mano igual que si fuera el trapo sucio que en realidad es; comento que luego me la pondré. El fontanero sigue con suspicacia todos mis gestos, acercarme a la mesa de centro, dejarla ahí encima. Mi alma da pena.

Vuelvo al ordenador mientras él sigue arrancando cosas de mis tuberías. Mi casa se queja. El fontanero repite: "Mierda de vida". Y añade: "Yo no lo entiendo". Rechaza la cerveza que le ofrezco.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo plancho las camisetas que se me encongen en la lavadora hasta que recuperan su forma. Prueba con tu alma. Si la tienes así de arrugada y encogida, ¡no la querrá ni el diablo!

Bambu dijo...

Pobre alma... mejor comprate otra que ahora esta muy de moda, dicen que hasta puedes hacerlo por internet, sino prueba a secarla y plancharla después

El maligno dijo...

Dos palabras, bueno, una letra y una palabra... una marca, un concepto, un "sitio" en el sentido más ciber del concepto: E - bay.

Yo (em)pujaré por ella, como por todas las almas, especialmente por las sucias, empiezo ofreciendo una oveja de porcelana. Quién da más?

Alberto Ramos dijo...

Siempre puedes guardarla en un almario, o almacenarla en un almacén (que no "alma zen").

Respecto a las tuberías, cuenta la leyenda urbana que la coca-cola ayuda a desatascarlas. Seguramente se debe a la cafeína, porque a la borra del café se le atribuyen propiedades similares.

La pulpa dijo...

Pues no tengo casi nada que decir, sólo que me gusta como escribes, y ya de paso enviarte saludos.

confin dijo...

La respuesta siempre está en el polvo.

Diamante dijo...

Ten cuidado que yo también vengo almado

XD

Paul Spleen dijo...

Tenías que haberte tirado al fontanero gordo. Y al gordo también.