miércoles, 16 de abril de 2008

Tú y Yo

Entoces oí aquellos golpes en la ventana.

Vivía en un quinto piso, justo encima del mercado de la Libertad. A veces me entretenía viendo cómo, en el tejado del mercado, las gaviotas destripaban a las palomas dejando sus entrañas rojas esparcidas sobre las tejas, brillando al sol. Luego se las comían también, igual que si fueran serpientes.

No podía oír aquellos golpes en la ventana. Era raro, era de madrugada. Ahora, aquí donde vivo, hubiera pensado que se trataba de Satán, que venía a visitarme. Hace veinte años hubiera creído que quien me hacía una visita era Peter Pan.

Pero estamos hablando de hace unos siete, quizás ocho años. Mi ventana estaba en un quinto piso y a esas horas (o a otras cualquiera), ¿quién podría golpearla?

Miré desde la cama a través de los visillos, y ahí estaba aquella sombra. Duermo en bragas y camiseta y, no sé por qué, no se me ocurrió ponerme nada más. Supongo que interpreté que todo aquello era un sueño.

Debí soñarte, me dijo un cursi una vez.

Me acerqué hasta la ventana, corrí el visillo, y ahí estabas tú. Casi me desmayo, quién coño eres, qué haces aquí. El corazón me saltó de la boca al suelo y se fue corriendo hasta el baño; se encerró con el pestillo y ya no salió.

"Hola", dijiste, "he subido por el andamio". Y tenías una sonrisa que no asustaba.

¿Por qué coño golpeaste mi ventana y no la de la vieja de abajo, aquella que tenía el pelo lila y que siempre olía a alcanfor? ¿Por qué no entraste en el tercero, donde estaba esa pareja de gays que jugaba con la Play todas las noches sin rendirse hasta el game over? ¿Por qué yo?

Te pregunté: ¿cómo te llamas? Es la pregunta recurrente cuando no sabes qué decir. También podría haberte preguntado por el tiempo, pero era de noche, no hacía sol. Ni llovía.

Yo estuve sentada en un andamio bajo la lluvia una vez, cerca de una farola, leyendo a Calvin y Hobbes.

Contestaste: "Me llamo Calvin".

Dije: "no me lo creo, no puede ser". Por eso decidí llamarte, simplemente, Tú. O por eso simplemente decidí llamarte.

Eh, Tú, ¿quieres una cerveza?

Me senté a tu lado en el andamio, en bragas y camiseta, y nos pasamos la noche hablando de La Bola de Cristal. Cuánto daño nos ha hecho esa serie, decías. Y yo: no estaba hecha para nosotros, sino para los chungos que llegaban a casa los sábados a las diez de la mañana, pasadísimos de tripis, de speed, y de alcohol.

Y ahí está ese video en el que Alaska se levanta para abrir la puerta a sus colegas colgados, que llegan con botellas y brindan y beben y se ponen hasta el culo mientras suena: "qué tendrá esta bola que a todo el mundo le mola". Y ahora ya sabemos lo que tiene.

Dijiste: Viva la economía, viva la Guerra Fría. Por Orticón, Saticón y Vidicón ¡Nadie sabe como detener la inflación!

Respondí: Me importa un voltio.

Insististe: ¡Viva la basura! ¡Abajo la humanidad futura!

Te secundé: Qué mala, pero qué mala soy.

E imagino que después nos besamos mientras llegaban los primeros camiones repletos de tomates y de pescado y, detrás de ellos, salía el sol.

Es curioso cómo, a media mañana, trepaba desde la paradita el olor de las olivas hasta mi nariz.

No volvimos a vernos. Pero aquella noche vuelve a ser nuestra cada vez que trepo por un andamio. Porque me digo que, tal vez, allá arriba, me estarás esperando.

Poco me importa que nunca estés.

8 comentarios:

Christina Cassanova dijo...

Dios, o voy muy mal o he entendido que has tenido un rollo con Peter Pan.. ese hombre ya no se detiene ante nada! pero que tenias 8 años por Dios! e ibas semidesnuda... pa haberte matao!

Diamante dijo...

Ha! la inflacción, que delicia poder hablar de estos temas. Algo de economía y otro poco de guerra fría.

Poco hace ha Jorge Lorenzo presentaba un libro biografía donde decían que hacía un desnudo integral... Pero si todos los blogs son máas desnudos integrales todavía!!??

Me ha echo mucha ilusión lo de la Bola de cristal y nunca había pensado que lo veía cuando volvían de fiesta, jejeje, ajajajja.

Que por cierto, Chema el panadero farlopero de Barrio Sésamo se ha muerto.

Que pasa, puedes estar en los sueños de gente conocida, eso está claro, pero de gente que todavía no conoces... Forma A de ligar. A una cursi le hubiera gustado. Aunque eres cursi en función del replicante, si el replicante es cursi, tu puedes ser un poco cursi.

Y si te hubiera dicho: No, prefiero vino.

Benjuí dijo...

Llevas una temporada contándonos recuerdos.
De vez en cuando es conveniente.
Pero me gustaría saber a qué vienen tantas historias de veinteañera.
No es que esté mal, ya te digo.
A mí me divierten. Y me desconciertan.

Anónimo dijo...

mmmmm la bola de cristal.
tengo los dvd y cierto que hablan de política y economía. supongo que cuando lo miraba hace más de 20 años no entendía de eso. tampoco es que entienda o comprenda muchas cosas de ahora.
pero cuánto y cómo me gustaba la bola que a todo el mundo le mola!!
la generación de los baby boomers, la generacíon x, la generación y...
Y LA GENERACIÓN DE LA BOLA DE CRISTAL.
salud-saludos

errante dijo...

yo no quiero saber a qué vienen "tantas historias de veinteañera", me basta con leerlas; me gustan

vaderetrocordero dijo...

Teníamos un amigo punk, El Miembro le llamaban, que nos invitó a entrar en su cuarto a las 5 a.m. mientras sus padres dormían, subiendo por el andamio. Y mientras nos colábamos por la ventana aparece su padre y El Miembro se pone a gritar "¡Papa, que nos roban!"

Calvin y Hobbes? La Bola de Cristal? Debí soñarte!

Alberto Ramos dijo...

Se me había escapado este post, confundido con el anterior.

Me gustan las historias de veinteañera, y de treintañera.

beizabel dijo...

¡¡¡Viva el mal, viva el capital!!!
Yo también tenía un amigo punki al que le llamabamos el Miembro, una vez se subió al escenario en un concierto de MCD y se puso a chillar penevaginapenevaginapenevajina hasta avergonzar al cantante... ¿será el mismo Vaderetro?