lunes, 7 de abril de 2008

La pelusa

Ayer fui con mi amiga Yoyó al CCCB, creo que a ver una cosa de videoarte.

Hacía un montón de tiempo que Yoyó y yo no nos veíamos; Yoyó era una de mis compañeras de piso, en aquel piso de Gràcia con muebles recuperados de la calle.

De repente, en la pantalla del auditorio del CCCB, salía una señora en blanco y negro que iba cogiendo utensilios de cocina, los enseñaba a cámara, fingía que los utilizaba y pronunciaba sus nombres en voz alta, en inglés. Sólo entendí "fork" y "spoon". Y descubrí que existen unos prensadores para hacer hamburguesas bastante prácticos; justo el día que se hacen públicos dos casos de loqueseaespongiforme en Castilla y León.

Luego salían unos pies descalzos, y unos pies con zapatos de mujer, y los pies descalzos y los pies con zapatos de mujer subían y bajaban escaleras, y se superponían, y una tipa hortera entraba y salía de una puerta, y luego volvían a aparecer los pies descalzos y los pies con zapatos de tacón medio, y luego unos pies con las uñas pintadas de rojo.

Y ahí empecé a odiar un poco a mi amiga Yoyó.

De repente, una tía, también en blanco y negro pero desnuda, le cortaba la cabeza a una gallina, y agarraba a la gallina sin cabeza por las patas, y la gallina aleteaba como una loca, y lo dejaba todo perdido de sangre que le caía del cuello sin cabeza, y la tía ésa, desnuda en blanco y negro, se quedaba agarrando a la gallina hasta que dejaba de moverse.

Acto seguido, aparecía un trozo de césped, y te pasabas como nosécuántotiempo mirando ese trozo de césped, césped, césped y más césped y entonces, espera un momento, entonces el césped se movía un poco hacia arriba, como si fuera una oruga o un pulmón, mira, mira, lo ha vuelto a hacer. Y cuando ya llevabas nosécuántosmillonesdeminutos viendo ese trozo de césped arriba y abajo y arriba y abajo, te dabas cuenta de que cada vez iba más despacio, más despacio, hasta que se detenía.

Entonces mi amiga Yoyó dijo: "Se ha muerto".
Y yo contesté: "Como la gallina".
Y fuimos las únicas en toda la sala que nos partimos de risa.

Llegó el momento más tenso de toda la película. Había algo así como un cuerpo amortajado, todo de negro, y el cuerpo tenía una vela a la altura del pecho. Por lo visto, la idea era que te pasaras nosécuántosmillonesdehoras viendo esa vela que subía y que bajaba, que subía y que bajaba, rollo ritmo de la respiración.

Pero entonces, en la parte superior de la pantalla, apareció la típica pelusa ésa que cuelga en las cintas de mala calidad. No tengo ni idea de por qué a veces están ahí, ni cómo se producen, ni cómo se cuelan en el film, ni si tienen un nombre técnico. Y, la verdad, tampoco me importa.

Lo fascinante es que nos pasamos un montón de rato mirando esa pelusa, que se movía como si fuera un ente vivo, algo así como un bicho, una mosca o un ácaro. Eso, claro, en caso de que nos pasáramos media vida observando a las moscas o a los ácaros. Y a veces daba la impresión de que iba a salir del cuadro, pero no. Y esa angustia porque desapareciera y nos dejara a solas con aquel cuerpo amortajado y la vela encima, arriba y abajo, provocaba una tensión insoportable.

Luego pusieron un corto de lesbianas que se follaban al botones de un hostal de carretera, y una cosa muy rara de un violín estridente que distorsionaba la imagen y era una puta mierda.

No sé cómo aguantamos hasta el final.

Al salir de la sala, nos dimos cuenta de que estaba llena, lo cual me hizo pensar que Barcelona es un nido de tarados. ¿Quién coño iría a ver algo así?

Yoyó me dijo: "Dime que me perdonarás antes de que vuelva a invitarte al cine".

Y bueno, vale, la perdoné. Pero sólo porque después estuvimos recordando viejos tiempos con la ayuda de unas cuantas cervezas. Me contó que acaba de volver de Praga, donde estuvo en un restaurante llamado The Crazy Cow. Olvidamos lo que acabábamos de ver.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberíais haber quedado para ver la peli de sobremesa de antena tres del domingo. El argumento era prácticamente el mismo.


Martin

Alberto Ramos dijo...

Llámame prejuicioso, pero cuando me invitan a ver algo de videoarte en el CCCB siempre me espero lo peor.

Pi dijo...

Qué curiosas las historias redondas: el día que reaparecen las vacas locas y su shudyuehhjgiforme, reaparece tu amiga que trabajaba en "La Vaca Loca". Y el césped en el cine, como el fuego en la tele del antepenúltimo post, en fin. Barcelona lo que está es lleno de modernos, y la modernidad incluye que te gusten esas cosas que los de provinica profunda consideramos tremendas flipadas. en fin. En fin, pero me molan los barceloneses...

beizabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
beizabel dijo...

virgensanta, menos mal que a mi pueblico no llegan esas cosas, así me ahorro querer verlas para hacerme la moderna.

Benjuí dijo...

Ni idea de lo que es el CCCB, pero me lo imagino: un local donde proyectan los Coñazos Con Coña Barcinonense.

A Dalí igual le hubiera gustado, o hubiera dicho que le gustaba, o hubiera dado un discurso por la tele explicándonos la verdad verdadera y eso.

Zittric dijo...

Por estos lados del mundo también hay de esos cines con arte irreal, real, subreal, anterreal, centrorreal...y ridículo...

En fin, algunos dirían que fuiste a ampliar tu mente...yo diría que perdiste el tiempo...al menos la pelusa salvó la película...

SALUDOS

vaderetrocordero dijo...

Que envidia! Tener tiempo suficiente como para ver un video de estos entero!!! Verlo en sí debe ser un cagarro, pero PODER hacerlo... Ni te cuento el filmarlo (aunque los autores lo mismo dejan la cámara funcionando mientras ellos se van a hacer otra cosa, que no me extrañaría)

Diamante dijo...

Creo que no puedes hacer nada por evitar que te lleguen las cosas malas y por impedir conocerlas. Por que vamos a ver, es como el gran hermano, no puedes hacer nada por no enterarte, te acaba llegando, ya sea por influencia de la sociedad, por concomitancia, por contacto...

;-)