viernes, 4 de abril de 2008

Comotú y Comoyó

Mario y Julio me regalaron unos peces en una pecera de verdad. Los peces también eran de verdad, de color naranja, y se llamaban Comotú y Comoyó.

Mis compañeras de piso los colocaron en una estantería que habíamos cogido de la calle y habíamos pintado de azul, junto a un juego de sofás con un estampado horrible que también habíamos recuperado de la calle.

Una noche, hicimos una fiesta típica de estudiantes. Las fiestas típicas de estudiantes se caracterizan por los porros que corren y porque hay mucha cerveza y vino de tetra brik y la música está a toda hostia y de repente a alguien le entra hambre.

Algún hambriento fue a la cocina, abrió la nevera y sólo encontró unos macarrones que habían sobrado del mediodía, fríos, sin sal ni salsa, todavía en el escurridor. El hambriento intentó probarlos, pero evidentemente esos macarrones eran insípidos, y cogió un puñado y se lo lanzó a alguien, y ese alguien le respondió, y hubo una batalla campal de macarrones en la sala de estar.

Uno de los macarrones cayó en la pecera.

Estuvimos riéndonos de Comotú y Comoyó, que daban mordiscos al macarrón.

Luego me asomé al balcón para tomar el aire, o para enrollarme con un tío a escondidas, ya no me acuerdo. Entonces vi a esos dos policías que me miraban desde la calle y me dijeron que ya estaba bien de tanto alboroto, que ya se había hecho de día, y que esas plantas de maría, por favor, que las escondiera un poco.

Efectivamente, estaba a punto de salir el sol.

Si dormí sola o acompañada, no sabría decirlo. Lo que sí sé es que, cuando me leventé, Comotú y Comoyó rozaban con su panza el fondo de la pecera. El macarrón había desaparecido. Y así se quedaron aquellos dos peces, hundidos y quietos, mucho, mucho tiempo.

Dicen que los peces sólo tienen tres segundos de memoria, y que por eso pueden comer siempre, como los caballos y, si comen siempre, les estalla el estómago o lo que tengan y se mueren. Ignoro si los caballos comen tanto porque, igual que los peces, carecen de memoria, o porque son unos golosos. Mis peces, en cualquier caso, no murieron por culpa de aquel macarrón.

Al cabo de unos meses, mis compañeras y yo dejamos el piso. Recuerdo el coñazo de los colchones enrollados, y las cajas con libros, y toda esa mierda que se acumulaba en los cajones y bajo las alfombras, y qué hacemos con esta estantería, devuélvela a la calle, y qué hacemos con esta mesa, está hecha polvo tírala y, mierda, mierda, mierda, qué hacemos con los putos peces.

Las tres tomaríamos un avión unas horas más tarde. Nunca he visto un pez en un avión.

Llamé a Mario y a Julio, estaban de vacaciones. Llamé a un montón de gente, no quedaba nadie.

Tomé una decisión drástica. ¿El váter?, preguntó una de mis compañeras de piso. No tanto.

Cogí a Comotú y Comoyó, y los llevé a la fuente dels Jardinets de Gràcia. Los solté y vi que parecían contentos; allí nunca recordarían el episodio del macarrón.

Ahora sé que tendría que haberlos soltado en la fuente del Ateneu; allí habrían vivido con Raspa, que es mutante y tiene tres ojos. Pero en ese momento no se me ocurrió.

Me fui a vivir a otra ciudad.

Diez meses más tarde, regresé a Barcelona. Estaba buscando piso, y un barrio u otro me daba igual. Me acerqué a Gràcia, supongo que por los viejos tiempos; la nostalgia tira. Llegué als Jardinets. La fuente estaba vacía.

10 comentarios:

Christina Cassanova dijo...

Es lo malo de los recuerdos, tu los tienes y piensas en ellos... pero ellos jamás te esperan.

Zittric dijo...

Luego llegaron unos chinos-taiwaneses con su restaurant de comidad para servir y llevar...y un día paseando por el lugar, vieron dentro la fuente y pensaron en lo bello que se verían esos peces en su enorme pecera de la entrada del restaurant.
Y ahora, todo el mundo observa a Comotu y Comoyo como se pasean en la hermosa pecera con burbujas.

Siempre puede haber un lindo final, en el mejor de los casos, cuando es abierto.

SALUDOS.

Agus dijo...

Bonita historia la de los peces, aunque creo que esos peces, Comotú y Comoyo son los del anterior post que veíais en esa tele jartos de birra y psicotrópicos. Se mudaron a tu casa en el subconsciente, es un fallo del cerebro que ocurre cuando se fuma en demasía.
Es coña.
Buen post, felicidades.
El Agus

Benjuí dijo...

¿Cuánto tiempo vive un pez?
Me ha sorprendido, por cierto, que la sequía en Barcelona llegara a esos extremos.

Mel Alcoholica dijo...

Benjuí: la de peces abandonados que habrán muerto durante las últimas semanas por culpa de que hayan vaciado casi todas las fuentes de la ciudad. La vida de Raspa peligra!

Agus: nunca sabremos si lo que vivimos no es más que una recreación cerebraL; casi todos los elementos se repiten porque la narración lógica, en realidad, es muy limitada.

Zittric: tambié puede ser que mutaran, se pusieran una cinta por encima de los ojos pero a través de la cual se les veían los ojos de todos modos, les salieran dientes, y se hicieran peces ninja.

Oranyina: creo que en realidad son los recuerdos quienes nos están esperando siempre, como el genio en la lámpara, perdido al fondo de una cueva. Y nosotros recurrimos a ellos muy de vez en cuando.

Monseñor Senovilla dijo...

Es lo que pasa cuando multiplicas peces: en ocasiones te equivocas de botón y se multiplican por cero.

Anónimo dijo...

Anda, pobres peces (o felices, según el final).

Yo tenía uno que me tocó en una feria (eso de tirar bolitas a las peceras) de niño. Le bautizó mi hermana como Zanahorio -original... por el color- y vivió un huevo, el tío. Hasta el punto de que un día saltó de la pecera y todo, cayó al suelo y alguien lo pisó. Creyéndolo muerto, lo fuimos a tirar a la basura... y el tío se movía!
Total, a la pecera de nuevo y ahí tan pancho, aguantando como un campeón muchos más años.

Al final palmó sin saber muy bien por qué (la autopsia no acababa de arrojar datos concretos) pero creemos que vivió muchas vidas de 3 segundos felices en nuestra casa. O en "su" casa, que es de mis padres.

Y ya.

Besos y saludos!!!

Don_Mingo dijo...

Un relato genial, la verdad. Escribes realmente bien, ya me has aficionado :)

Anónimo dijo...

a veces me pregunto si los peces duermen.
comotu y comoyo, comotodosnosotros.

salud-saludos

Don Peperomio dijo...

A lo mejor habían bajado a por el pan. O habían salido a desayunar, como los funcionarios.